La vida es un trayecto breve (Capítulo 11).
Viernes
El sueño se me vuelve a repetir, una y otra vez: La rubia que completamente desnuda se pasea por una solitaria playa, con la brisa marina haciendo ondear el pelo de su larga cabellera, mientras ella pronuncia con suavidad mi nombre, como si me estuviera llamando, pero en voz muy bajita, para no despertarme, ya que me ve profundamente dormido. Lo más probable, es que ella me vea tumbado en la arena, en un sueño envolvente y dando sensación de estar muy cómodo sobre una enorme toalla azul, que hace juego con el mar y tostándome poquito a poco, bajo ese sol que empieza a dejarse ver con los primeros rayos de luz, y que calienta con suavidad, sin llegar a quemar.
La rubia tiene razón, mi sueño es especialmente agradable, ya que estoy soñando con ella, pero cuando mis ojos se abren y la bella imagen desaparece, me doy cuenta de que no despierto en mi cama, estoy en la playa tumbado sobre mi gigantesca alfombra azulada, y me pregunto, si ahora estoy despierto o sigo soñando, y de nuevo se me vuelve a mezclar fantasía con realidad, en fin, que todo se convierte en un auténtico lío, como la vida cuando se complica, es lo que hay y así tengo que aceptarlo, aunque muchas veces mi espíritu combativo, hace que me rebele, porque soy de los que piensa, que eso de rendirse, jamás, vamos, que hay que morir matando.
Quizás tenga que aplicar la Ley de la Atracción, que dice más o menos aquello de que, si lo ves en tu mente puedes tenerlo en tu mano, así que, yo de momento sigo insistiendo, y cuando el sueño no hace acto de presencia por su propia voluntad, ya procuro, traerlo a mi cabeza en el momento que estoy despierto, a ver si se queda ahí fijado una buena temporada, hasta que el día menos pensado, aparezca delante de mí la imponente rubia, en carne y hueso, y puestos a pedir, mejor que sea con un poco más de carne (pero sin pasarse) y con menos hueso, y abusando un poco de la confianza, mejor dos rubias que una, aunque quizás sea demasiado para mí, e igual me atraganto con el Trío Playero, además no quiero ser egoísta, con una rubia, ¡ya voy que chuto!, no quiero ser como esos, que les toca una porrada de millones en la lotería, pero como fue el segundo premio, todavía se lamentan, por no haber conseguido el gordo, ¡pero desgraciao, si hasta hace dos día, no tenías ni para pipas!