Cortitos Encadenados (Eslabones X+Y+Z) (Final).
X, fue lo que puse en la casilla del último resultado de la quiniela. Siempre tuve el presentimiento, de que el partido iba a terminar en empate. Lástima que fue el único resultado que acerté, pero me siento enormemente satisfecho, no por el solitario acierto, ni mucho menos, y sí, por lo que significó, que fue el punto obtenido por mi equipo en campo contrario, y además contra el líder.
Y nunca más me volví a fiar, de aquellos que me querían vender una parcela en el paraíso, sobre todo, después de ver a tanto vendedor de humo disfrazado con la careta de la honradez, ahora, ¡qué se metan su terreno por donde les quepa, yo ya no lo quiero ni regalado!
¡Y sin embargo te quiero!, le dijo la soga al cuello, mientras el pobre ahorcado, ajeno a tan opresiva declaración de amor, se asfixiaba y su cuerpo con los pies colgando, se balanceaba cual péndulo.
¿Y qué hace un tipo como tú, en un sitio como este? ¡Eso mismo me pregunto yo!, le respondí resignado, a mí carcelero. Por suerte, todo fue un mal sueño. No estaba preso. Vivía completamente libre, ¡menos mal, respiré tranquilo! Aunque alguien, volvió a repetir la pregunta, era mi alma errante, perdida en la Tierra, y esta vez, quedé mudo, ya que no supe que contestar.
¿Y si lo piensas con calma? ¡Vale, espera un poco, toma tu tiempo! ¿Estás listo? Ahora discute, y si hace falta pelea, pero sobre todo aprende.
¿Y si la vida y todo lo que en ella sucede, fuera en realidad un sueño?
Y soñar siempre con sueños de verdad, aunque sean alocados, muchas veces la fantasía se hace realidad, pero nunca soñar con sueños de cartón-piedra, camuflados detrás de una careta con falsa sonrisa (tan falsa, que está dibujada, por eso es permanente, y por eso engaña), de esos que me castigan con el látigo de la decepción, y que acaban siendo sueños rotos, que al final se transforman en más negatividad para guardar en el baúl (que además está ya, casi lleno) de las cosas inservibles. Tampoco quiero sueños de hielo, que se derriten siempre al calor de la realidad, ni sueños de fantasmas, porque no me fío de lo que hay debajo de algunas sábanas. Y mucho menos, quiero sueños excesivamente dulces, de esos que cuando me despierto, me dejan sabor empalagoso. Quiero...
Ya es demasiado tarde para llorar, cuando la yema de huevo se rompe en la sartén con el aceite hirviendo.
¡Yo sé quién soy! ¡Sí tú no lo sabes, no es mi problema! ¡Y si tampoco tienes ni idea de quién eres tú, el problema es tuyo, y menudo problema!
¡Yo sé quién soy!, y si por desgracia llega el día, en que se me olvida, que me lo recuerden, algo por lo que sin duda alguna estaré muy agradecido.
Yo tan solo cuento cosas. Unas son verdad, otras puede que lo sean, y muchas son fruto de mi invención. Escribo para contar, no para hacer literatura, eso corresponde a los literatos, y yo no lo soy, ni lo pretendo, tan solo intento escribir lo mejor posible, para que se me entienda, con eso me conformo, y si lo consigo, me doy por satisfecho.
¡Yo también te quiero, porque siempre estás ahí, cuando te necesito!, le dijo el trasero a la taza del váter, y esta, resignada le respondió, ¡ya lo sé, aunque hay amores que matan!
¡Zoquete
tú!, le contesté a un tipejo, que me lo había llamado a mí primero.
“Las pequeñas historias de la existencia se transforman en eslabones que se van enganchando unos a otros a lo largo de los años hasta formar la cadena de la vida, que será más o menos resistente en función de la dureza con la que el ser humano la ha construido”.
FIN