Tecleando.
Mi modestia nunca va ser impedimento para que me valore a mí mismo, y mucho menos, para reconocer lo que hago bien, incluso en algunos casos con un alto nivel de eficacia y competencia (¡ahí queda eso!).
Para alcanzar cualquier meta que nos hayamos fijado, habría que empezar antes, por tener absoluta confianza en nosotros mismos, antes que en otras personas. Eso no supone un menosprecio hacia los demás, pero por mucho que confiemos en ellos, si en primer lugar no apostamos por nosotros mismos, a poco podemos aspirar.
Resulta imposible encontrar en la oscuridad, el auténtico camino a seguir en la vida, salvo que uno tenga un radar incorporado en la cabeza. Y a veces es tan sencillo encontrarlo como encender la luz de una vela y seguirlo. El problema radica, cuando no se tienen a mano las cerillas.
Si cometes un pecado, y eres Ateo, no puedes esperar nunca, que Dios te perdone, ya que, si no crees en su existencia, difícilmente podrás creer en su perdón. La única solución, es perdonarte a ti mismo, o volver a revisar con detenimiento tus creencias,
Siempre es de agradecer
que uno evite mientras pueda, trasmitir su tristeza a los demás para que no sufran,
muchas veces (demasiadas) inútilmente.
Las personas, por supuesto, son libres de pensar y sentir lo que les venga en gana, pero aquellas que viven excesivamente supeditadas a otras, de tal manera que tienen el absoluto convencimiento de no ser nada sin los demás, deben de ser muy conscientes de que esa forma de pensar y sentir, es bastante enfermiza para su estado mental.
Me sentí un excelente acróbata, el día que conseguí realizar un triple salto mortal, y pensé que era un auténtico torpe, cuando me pegué un “hostiazo” contra el suelo, por querer hacer un simple “pino”. Al final descubrí, que para sentirme normal, es decir, ni excesivamente entusiasmado, ni fatalmente deprimido, lo que hago, es procurar, tener siempre los pies en el suelo, ahí es, donde más cómodo me encuentro.
Nunca hemos de dejar que otros nos quieran imponer a la fuerza sus ideas, pero siempre, hemos de escuchar a aquellos que tienen la sabiduría necesaria para trasmitirnos toda su energía positiva.