¡Achís!
Historias tan breves que da tiempo a leerlas antes de estornudar.
“Vendo
peluca, ya no me importa ser calvo”.
“Adelgazó tanto, que sus
pantalones lo succionaron”.
“Entré andando y salí con los pies por delante. ¡Vaya hospital de mierda!”.
“¡Don Manuel, que se deja usted la cabeza olvidada!, le dijo el vendedor de sombreros a un cliente despistado”.
“Cuando el grupo de gorilas deportistas se reunieron para formar un equipo de baloncesto, tenían claro que King Kong, sería el pivot”.
“Él, le dio un beso en la boca, pero ella tenía la cabeza al
revés, y la besó en el cuello”.
“La autopsia confirmó que
el hombre murió por causas naturales, una hipoteca”.
“El bebé lloraba porque
tenía hambre, por eso se cagó, para dejar sitio al biberón”.
“Cuando frené, ya me había estrellado. Siempre anduve mal de reflejos”.
“Le cogí mucho cariño a los billetes (sobre todo a los de 500 euros), por eso siempre tuve fama de mal pagador”.
“Disparó su escopeta dejando a la víctima teñida. Se equivocó de cartucho y cargó el arma con uno de tinta”.
“Le gustaba mucho la espeleología y acabó desatascando alcantarillas”.
“Era mudo, y
solo el día que murió consiguió hablar. ¡Hasta luego!, fue lo que dijo”.
“Era tan asquerosamente
rico, que el olor del dinero le producía nauseas”.