"Poeta en zapatillas" (Capítulo XI).
Pasota
He de reconocer que con el tiempo me he vuelto un pasota.
Me encuentro tan bien estando solo, que he decidido pasar de todo.
Siempre pasé de misas y ahora también de (falsas) risas.
Por supuesto de los curas.
Sobre todo de los hipócritas y caraduras.
Y aunque muchas veces me entran dudas.
También paso de muchas tías, aunque estén cojonudas.
Paso de todo.
De normas.
De formas.
Aunque sean redondas.
Paso de chistes (sin gracia).
Y de chismes.
Es que veo demasiado cotilleo.
A mí no me interesa la vida de otros.
Y mucho menos sus inmundicias.
Esas que se queden en su trasero
No me importa lo que hace el vecino de enfrente.
Paso mucho de la gente.
Y más aún de la que parece corriente.
Tampoco me fío de la otra.
Y mucho menos del salvaje río.
Que a veces te lleva al desastre.
Y que arrastró a tanta gente.
Aunque en ocasiones, es mejor no nadar.
Tan solo dejarse llevar.
Quedarse quieto mirando.
Por eso cuando estoy solo, hago la estatua y paso de todo.
Y mientras, el tiempo a su bola, también va pasando.
Horas y más horas.
Y yo ahí a lo mío, flotando.
También me olvido de cenas,
Y de muchas penas.
Y aunque el asunto tiene su miga.
Y me cueste, no lo niego.
También me olvido de alguna buena amiga.
Pero reconozco, pues es verdad.
Que de vez en cuando, no me vendría mal, que alguna me aliviase la soledad.
¡Joder que uno no es de piedra!
Paso de copas.
Y de coplas.
Y aunque de vez en cuando las escribo.
No estoy para muchos versos.
Y aunque los echo de menos, tampoco para preocuparme por acariciar unos mullidos senos.
Aunque estén tersos.
Y mucho menos, me interesan los higos secos.
Ni estoy para dar trigo.
Ni aunque me llamase Rodrigo.
¡Y por cierto, ahora mismo me acabo de acordar de un mito!
¡Del gran pecador «diodenal» de la pradera!
¡Te echamos de menos Chiquito!
Tampoco estoy para aguantar a falsos mendigos.
Bastante hago con tener paciencia.
Y soportar mi indigencia.
¡La sentimental, digo!
Mientras, me sirve de consuelo, lo que escribo.
Aunque solo sea para estar entretenido.
¡Ya viste, qué remedio más triste!
Palabras que van y vienen, aunque yo, nunca me he ido.
¡Amigo, quizá lo que hago te sorprenda, si nunca lo viste!
Y también paso del coche.
Y desde hace tiempo, en el olvido incluyo a la noche.
Me paso la vida en mi encierro existencial, un día y otro día.
¡Quién lo diría!
Paso de fiestas.
Paso de juergas.
Paso de ruidos.
Pase de rones, ginebras y vinos.
Paso de dudosos amigos.
Los falsos abrazos me importan un pepino.
Prefiero estar con desconocidos.
Nuevas amistades que alimenten mi alma.
Aunque siempre hay plastas atravesados en el camino.
Y si mis recientes amigos no me transmiten lo que me hace falta, es decir oxígeno y calma.
No pasa nada, vuelvo a la soledad de mi destino.
Y de nuevo a respirar aire puro.
Caminando despacito.
No quiero vivir angustiado.
Aunque si hace falta voy saltando como un canguro.
Cualquier cosa es preferible antes que morir asfixiado.