Zancadas (III).
La semana comienza de nuevo...
LUNES
Me acabo de levantar y nada más abrir la ventana, he sentido el efecto
positivo de un vigorizante aire que la mañana me regala, Siempre es una
estupenda manera de comenzar el día. Aunque por desgracia, la experiencia me
dice, que no siempre lo que comienza bien, finaliza de la misma forma, pero he
de esperar a la noche para comprobarlo.
MARTES
La luz ya había hecho acto de
presencia. Estaba en el exterior, inquieta, y con ganas de entrar en mi
habitación, y así lo hizo, sin que nadie la invitara, aunque no hacía falta, ya
que siempre era bienvenida a mi casa, así que empezó a colarse por las rendijas
que dejan las lamas de las persianas cuando no están cerradas por completo. Y
una vez en el interior, la luz, vestida con el uniforme de la claridad, tiró
con insistencia de mí. Tocaba levantarse ya, e iniciar un nuevo (¿nuevo?) día.
Y eso hice, y transcurridas unas horas sin novedad, y teniendo en cuenta que el
día de la semana que es hoy, lo que si tengo claro, es que voy a seguir eso tan
conocido que dice: “En martes, ni te cases ni te embarques, ni de tu familia
te apartes…”, por si acaso, no vaya a ser que lo digan por algo.
MIÉRCOLES
Hoy he estado dándole vueltas a la
cabeza, pensando a fondo, como hago otros muchos días, y he llegado a la
conclusión, de que no quiero volver a caer en la trampa de volver la vista
hacia atrás, para recordar cuando tan solo era un adolescente perdido en mis
sueños, y la vida era una promesa, que todavía no había saltado por los aires,
esparcida en miles de insignificantes partículas en forma de confeti de la
frustración.
JUEVES
Nada más levantarme me ha venido a la
cabeza pensar, que es inevitable ver las heridas del pasado, porque las
cicatrices están ahí, aunque afortunadamente bien cosidas, para que jamás
vuelvan a sangrar.
VIERNES
Ya es fin de semana, y en vez de
preocuparme por salir a divertirme, hoy estoy un poco negativo, y pienso en que
no tengo ni puñetera idea, de en qué momento me equivoqué de camino en mi vida,
porque llevo tanto tiempo perdido, que si en algún momento de mi existencia,
encuentro la dirección adecuada, es muy probable, que no me dé cuenta de ello,
y pase de largo.
SABADO: No me acuerdo.
DOMINGO: Tampoco. ¿O no quiero acordarme?
“Y la vida sigue…”