Cortitos Encadenados (Eslabones P+Q). Parte 2.
¡Qué fácil es estar en silencio, y qué difícil que algunos se callen!
¡Qué fácil es hablar sin parar, y qué difícil es no decir estupideces!
Que
el cuerpo humano tiene poder de auto-curación, es algo que se ha demostrado
científicamente, y de esto hace ya mucho tiempo. Si muchos seres humanos fueran
plenamente conscientes de ello, evitarían mucho sufrimiento inútil, tanto a
ellos mismos como a quienes conviven a su alrededor.
¿Qué es la felicidad? Puede ser tantas cosas, y ninguna. Puede tener tantos significados complicados, o solo uno muy simple. ¿Quién lo sabe? Tal vez pueda ser algo tan sencillo como vivir tranquilo, sin sobresaltos, sin ansiedades, quizás disfrutando de una soledad conscientemente elegida, para que la lejanía sirva de efecto aislante, y uno se sienta seguro ante la amenaza que supone el egoísmo del prójimo.
¿Qué te casas para toda la vida? (¡Ja, ja, ja..., perdón!). Bueno, eso es lo que dicen, pero si te equivocas y te separas (según las estadísticas actuales, sería lo más probable), habrá sido un error momentáneo (año arriba, año abajo), pero si sigues con la farsa, por aquello del ¿qué dirán?, te equivocarás por segunda vez y en esta ocasión la metedura de pata será permanente. Y sí aciertas a la primera, pues estupendo. ¡A ser felices y comer perdices!
¿Qué te casas para toda la vida? ¡Sí, estoy convencido de ello! Eso, es lo que muchos dicen, pensando al mismo tiempo en el divorcio salvador, que les libere de tan pesada carga, en el caso de haber cometido un grave (o muy grave, según los casos) error.
Que una persona debe de luchar por conseguir sus sueños e intentar por todos los medios posibles hacerlos realidad, es algo tan evidente, como que uno se moja cuando llueve y no lleva paraguas. Sin embargo, darse cabezazos contra la pared por perseguir lo imposible, hace que existan personas que se obsesionan exceso con algo que les ha invadido por completo el cerebro, y llega un momento que pierden la noción de la realidad, y se pasan gran parte (o el resto) de su vida intentando morderse la nariz, algo a todas luces imposible, salvo que se tenga dentadura postiza.
Quererse (y mucho) a uno mismo, no significa para nada, ser egoísta. Para querer a los demás, antes hay que alimentar el cariño hacia nuestra propia persona. De sobra es sabido, que uno no puede dar, lo que no tiene. Otra cosa bien distinta, es quererse solamente a uno mismo y negar siempre a los demás lo que uno quiere para sí.
Quienes de forma permanente plantan las semillas de la duda en su entorno, es porque en verdad, les favorece que la cosecha de la confusión crezca a su alrededor.
Quizás a muchos no les resulte nada extraño experimentar la sensación de que en un momento dado, nuestro cuerpo se resquebraja en miles de pequeños fragmentos, que hemos de apresurarnos a recoger, antes de que la escoba del desastre los barra para siempre. Y después, vuelta a empezar para ir pegando cada trozo y volver a reconstruirnos de nuevo.
Quizás la mayor mentira que diga el ser humano, es aquella que se produce cuando una persona manifiesta, que dice siempre la verdad.
Quizás llegue un día que se fabrique un chocolate que adelgace, y que a más ingestión menos peso, o un pijama, que nada más ponerlo, te permita dormir a pierna suelta, y no estaría nada mal que se pudieran tomar “cubatas” que no te “coloquen”, ni dejen resaca. Y quizás, un día no haya guerras, ni hambre, ni enfermedad, ni explotadores, solo quizás. Mientras, seguiremos soñando con ello.
Quizás los sueños se hagan realidad cuando más nos acerquemos a lo imposible y dejemos de ver determinados objetivos de la vida como metas inalcanzables. Y en todo caso, sigamos soñando y dejemos que el caballo de la imaginación galope libre por la pradera de la creatividad.
Quizás muchos no se han parado a pensar que nada ocurre en el pasado y tampoco en el futuro, las cosas solamente suceden en el presente y olvidarlo, trae muchas veces fatales consecuencias, ya que muchos viven fuera de la realidad, y cuando se dan cuenta de ello, resulta que ya es demasiado tarde.
Quizás una buena forma de evitar que los miedos se peguen a nosotros como lapas que somos incapaces de separar de nuestro ser, consiste en eliminar ese efecto imán, que muchas veces creamos en nuestro interior, para atraer de forma permanente una sensación absurda de malestar, cuando nos asustamos por cosas que realmente, no tienen la menor importancia.
Quizás, si lo pensamos con calma, lleguemos a la conclusión, que nos hace falta para vivir, mucho menos de lo que creemos necesitar (o que otros nos pretenden hacer creer). Puede que nos suceda como a Sócrates que a pesar de las muchas cosas que vio en el Gran Mercado de Atenas, ninguna le llamó la atención, pues nada necesitaba.