Cortitos Encadenados (Eslabones N+O). Parte 1.
Nadar y nadar para “morir en la orilla”, no resulta rentable, y si no nadas te ahogas, así que eso tampoco sirve. Saber flotar puede que sea lo más interesante, aunque se corre el riesgo de pasar demasiado tiempo en el agua, y casi siempre, los tiburones están hambrientos.
Nadie me ha matado, si usted me ha encontrado fiambre, simplemente es porque he decidido dejar de respirar por voluntad propia. (A la atención del Señor Juez).
Nadie puede controlar tus pensamientos, salvo cuando los haces públicos, así que resulta más eficaz dejarlos donde están, y buscar el momento idóneo para darlos a conocer, o no hacerlo nunca.
Nadie puede quejarse de que se golpea la cabeza contra una farola, si camina por la calle con los ojos vendados.
Nadie puede quejarse de que nadie le hace caso, cuando uno es incapaz, de tomarse el tiempo necesario para escuchar lo que le dice, primero su cabeza, y después su corazón.
¡Nene, acabas de nacer, y durante todo el día solo sabes llorar, comer y cagar, sobre todo esto último! ¡Empezamos bien! (Bienvenida al recién nacido).
¡Nene, tú tranquilo, no te asustes! Si mamá está en la habitación con papá y la oyes gritar, no te preocupes, no le duele nada.
Ni una excelente educación, ni unos exquisitos modales, justifican tener que decir que SI, cuando realmente se piensa todo lo contrario.
Ni una excelente educación, ni unos exquisitos modales, justifican tener que decir que NO, cuando realmente se piensa todo lo contrario.
Ni voy, ni vengo. No espero que me entiendas, y tampoco lo pretendo. No sé si de verdad te quiero, aunque lo intento. Quizás me desprecies por lo que estoy diciendo, espero que no, pero si es así no me ofendo. Tengo una enorme confusión que me nubla por dentro, y ahora mismo no sé si compro o si vendo. Ni yo mismo me entiendo, por eso no espero que tú me comprendas. Pero si me esperas, sonrío, y si me dejas lo lamento. No sé si gritar o quedarme en silencio, Tampoco sé, si quedarme o salir corriendo. Lo único cierto, y en ello insisto, es que, no sé si voy, o si vengo.
No ando, corro, nunca me paro y sigo el camino. Siento, respiro, vivo. Ahora calor, luego frío y aparece el dolor, pero pienso, y me río. Mismo camino, paso más corto, y corro, pequeño salto y me río. Me duele, pero sigo vivo. Lluvia, viento, vuelve el frío. Sudor, dolor, sigo, otra vez calor, pero no me fío, quizás retorne el frío. Otro día más y corro, Correr, correr, correr. ¡Gracias, me siento vivo! Y sigo. Paso largo, mismo camino, me duele, pero me río...
No digas, ¡hay que hacer esto! Si lo que pretendes es enseñar a alguien, ¡hazlo tu primero!
No es asunto de nadie juzgar la forma de vida de los demás, igual que a nadie le gusta, que otros metan las narices en su vida. Que cada cual procure tener su casa limpia, sin preocuparse si hay suciedad donde vive el vecino, ya que quizás no se hayan dado cuenta, de que tienen su suelo lleno de porquería y sus muebles llenos de polvo.
No es cierto que el que calla otorga. Permanecer en silencio, también significa, que quien calla, no tiene ganas de discutir, o le falta en un momento dado, la energía necesaria para hacerlo, o no quiere malgastarla, o le importa un pito, lo que dice la persona que tiene en frente, y no merece la pena realizar el esfuerzo, aunque sea insignificante, de abrir la boca para responder.
No es un pecado reconocer que ante determinadas situaciones que la vida nos plantea, muchas veces tengamos miedo, pero a partir de ahí, siempre hemos de buscar el camino de la sabiduría, que nos aleje de él.
No estamos en el mundo para tener la obligación permanente de agradar a los demás, y mucho menos a cualquier precio, algo equivalente a ir en contra de nuestros propios criterios.
No hay que estar pidiendo continuamente perdón por no ser santos. Hay muchos que tienen la santidad por bandera, y es bastante probable que su lista de pecados inconfesables sea bastante extensa, y como mínimo mucho más larga que la de algunos pecadores confesos.
No le pidas amabilidad a alguien que ha perdido la sonrisa, ¡y mucho menos, si es un tacaño!
No me considero un sabio, ni tampoco un ignorante, tan solo siento curiosidad.
¡No me gusta tu cara!, le dije al individuo que estaba frente a mí, mientras me miraba detenidamente en el espejo.
No quiero comprar casas de papel, ni ser inquilino de pasiones de alquiler.
No quiero orden, ni anarquía, tan solo un poco de coherencia.
No quiero querer, ni que me quieran, si antes no me entienden.
No quiero que cumplir años, si eso tan solo me sirve para envejecer.
No quiero ser antes, ni ser después, quiero ser ahora, ¡y si puede ser, ya!
No quiero ser blanco, ni negro, pero si puede ser, me gustaría ser invisible
No quiero ser frío, tan solo sentimiento, pero nunca de cartón, y menos aún, de papel.
No quiero ser cobarde, tampoco ir de valiente, pero siempre dar la cara, aunque me la partan.
No quiero ser como tú, quiero ser como yo, aunque mis limitaciones me acompañen siempre, como una mochila pegada a la espalda.
No quiero ser mártir, ni verdugo, pero sí, saber defenderme siempre
No quiero ser santo, ni demonio, mejor ser humano, únicamente eso, que ya es mucho, y suficiente.
No quiero tener nunca miedo, a que llegue el día, en el que comiencen a entrarme las dudas, porque no sepa de verdad, si mi vida ha servido para algo, si mi existencia ha tenido algún sentido, y si tanto esfuerzo ha merecido la pena, e incluso que llegue a la conclusión de que el sufrimiento del que lucha desesperadamente por conseguir algo, al final no tiene ninguna recompensa.