Cortitos Encadenados (Eslabones N+O). Parte 2.
No quiero tu perfección, prefiero mis defectos. Son solo míos, me pertenecen por derecho propio.
No resulta nada nuevo decir, que la clave de la mentalidad ganadora, reside en vencerse a uno mismo, antes que superar a los demás. No obstante, los hay que han convertido su vida en una obsesión permanente por llegar siempre los primeros, y a cualquier precio, incluso tratan de ganar donde ni existe competición, y eso les ha llevado a emplear todo tipo de recursos de dudosa ética y moralidad, sin embargo son incapaces de ganar en el campeonato de vencer sus propias limitaciones.
No sabía cómo comunicarle a Lucía, que nuestra relación había terminado. No podía seguir con aquella farsa. Me dolía herir sus sentimientos, pero tenía que decirle que la dejaba. Mi único objetivo era acabar con aquella pesadilla. Por eso, vi el cielo abierto, cuando me dijo que había conocido a otro, primero disimulé aparentando tristeza, pero cuando se alejó, comencé a dar saltos de alegría, tan altos, que me disloqué un tobillo, aunque la satisfacción suplió con creces el percance.
No se puede tener un olfato tan fino, que permita oler a larga distancia los desechos de la vida del prójimo, y al mismo tiempo tan distraído, que pasemos por alto el aroma inconfundible de nuestra propia basura, y que tenemos tan cerquita de nosotros.
No sé si mi sentido del humor está lo suficientemente desarrollado como para que los demás me vean como un tipo simpático, pero lo que tengo muy claro, es que nunca me voy a disfrazar con el traje de payaso, para que lo parezca.
No sería extraño pensar, que en cierta medida, el ser humano ve trastocada su salud mental cuando le falta combustible en el cerebro para alimentar sus sueños, esos que tiene cuando está despierto, es decir, los que puede controlar directamente. Los otros, cuando duerme, son incontrolables, al menos para la mayoría de los mortales.
No siempre hay que pretender ser protagonista, en la vida diaria, hay que saber lo suficientemente generoso, para dejarles sitio a los demás. Por eso en ocasiones, no pasa nada por adoptar un papel secundario, lo que viene a ser, ejercer de patatas fritas acompañando al solomillo.
¡No te abandonaré nunca! Le dijo el orangután al plátano, mientras se lo merendaba.
¡No tengas la cara tan dura! La culpa de que tu hijo se comporte en el colegio como un salvaje, no es del profesor, es solo tuya, que eres su padre y a ti te corresponde educarlo.
No quiero volver a vestirme con ropa hecha con tela de vida usada.
¿Nos dejamos llevar más por el sonido de las palabras, que por su significado?
¿Nos hace más felices lo que tienen los demás, que lo que de verdad necesitamos?
Nos ponemos a la defensiva cuando sentimos que nuestra confortable vida cotidiana está amenazada, y es bueno estar en guardia ante lo que pueda suceder, sin embargo, el fallo es que muchas veces el sentimiento de amenaza no tiene argumentos ni lógica para considerarlo como tal, pero hace que tengamos que estar continuamente en un estado de excesiva alteración, que no es nada beneficioso para nuestra salud mental.
¿Nos ponemos a la defensiva siempre?, ¿y tú?, si es así, tan solo puedo decirte una cosa: ¡Tranquilo chico, relájate!
Nuestro nivel de independencia, se puede considerar alto, cuando llega un momento, en el que nos damos cuenta de que no necesitamos el aplauso de los demás, tampoco sus cumplidos y alabanzas, y mucho menos su aprobación para tomar nuestras propias decisiones.
¡Nunca es tarde para cumplir un sueño, salvo que estés muerto!
¡Nunca fui marinero, pero conozco el mar!
¡Nunca estuve en el infierno, pero conozco el camino!
¡Nunca tuve vocación de diablo, pero no soy un santo!
¡Nunca fui fuego, pero siento cuando me quema por dentro!
¡Nunca supe distinguir los colores, pero sé pintar el arco iris!
¡Nunca recibí tus golpes, pero sé lo que duelen!
¡Nunca oigo el estruendo del grito, pero escucho el sonido del silencio!
¡Nunca fui caballo, pero sé galopar en la llanura!
¡Nunca viví en el fondo del mar, pero sé lo que es ahogarse!
¡Nunca viajé a la Luna, y sin embargo muchas veces estoy en ella!
¡Nunca dije nunca, sin tener que arrepentirme tarde o temprano!
¡Nunca he sido feliz, dentro de lo que cabe!
Nunca hemos de dejar que otros nos quieran imponer a la fuerza sus ideas, pero siempre, hemos de escuchar a aquellos que tienen la sabiduría necesaria para trasmitirnos toda su energía positiva.
Nunca llegué a imaginar, cuando iba al colegio, en qué dirección me iba a llevar la vida. Así que después de emplearme muy a fondo en la tarea, poniendo en ella mis cinco sentidos, y a base de interminables horas de estudio, además de mucho esfuerzo y una gran dedicación, me he convertido en un auténtico Licenciado en derrotas, en un verdadero Especialista en fracasos y en un reputado Experto en frustraciones. ¿Curioso, verdad?
Nunca llegué a imaginar, que aquel hombre que tanto había hecho por nuestro pueblo, que era admirado y respetado por todos los vecinos, estuviese ahora entre rejas, después de haberle dado a su mujer, una paliza brutal, y que según las investigaciones realizadas por la policía, tuvo su origen en una presunta infidelidad. Todavía estoy sorprendido por el trágico acontecimiento, y no paro de pensar, que alguien que solucionaba todos los problemas a través del dialogo e insistiendo en que la violencia era lo último, haya sido capaz de cometer una acción tan salvaje y cobarde.
Nunca me gustaron los trabajos temporales, por eso mi principal ocupación, es vivir a tiempo completo.
Nunca me operaron de las anginas, de ahí vienen, mis habituales problemas para tragar, en especial cuando quieren obligarme a comer sin tener apetito.
Nunca se pierde el tiempo, mientras uno siga buscando a lo largo de toda su vida, ese sitio donde han ido a parar los sueños irrealizables, los proyectos incumplidos y las ilusiones rotas, quizás, encontrarlo sería una nueva oportunidad para lograr el objetivo propuesto, porque las circunstancias adversas del pasado (que ya están muertas) nada tienen que ver con el presente (que está muy vivo).
¿O si no, qué?, ¿me vas a pegar?, ¡uy, mira cómo tiemblo... gilipollas!
¿Oyes lo qué te dice el silencio?