El libro de los días inventados (VII).

Día 43.
De profesión asesino.
Mi oficio es el de asesino
a sueldo. Mi padre también lo era, y yo he decidido continuar la tradición. Me
gusta mi trabajo, además, de que no sé hacer otra cosa. Hoy, sin ir más lejos,
he cometido mi asesinato número cien, y coincidiendo con la fecha, el encargo
era importante, un pez gordo, el alcalde de mi ciudad. Y como
siempre, he sido un profesional impecable, realizando un trabajo preciso y
rápido, sin testigos y sin dejar pistas, algo que mi padre, me repetía cuando
siendo niño y sentado en sus rodillas, me contaba historias de Gánsteres.
Día 44.
Golpe fatal.
Aunque Angelino había caído muy bajo no lo
mató el fracaso, lo que acabó con su vida, fue el golpe.
Día 45.
Péndulo.
El hombre se ahorcó y ejerció de péndulo del
reloj que señaló la hora de su muerte.
Día 46.
Pensando.
¿Puedo hacerte una pregunta? Me dijo un día mi amigo el Pensador. ¡Por
supuesto que sí! Le contesté. Y esto fue lo que me preguntó:
¿Eres consciente de que el
sufrimiento es algo que va tan unido al ser humano, que quizás sea más
provechoso aprender a vivir con él, que romperse continuamente la cabeza para
evitarlo? Y ahí sigo pensando.
Día 47.
Señor Presidente.
El presidente, era homófobo, racista, xenófobo
y millonario, por eso lo eligieron. Y él además, se sentía orgulloso por ello.
Día 48.
¡Y tú más!
Cuando un equipo pierde, la culpa siempre es del entrenador, dijo el
periodista.
Los periodistas siempre
cometen faltas de ortografía cuando escriben, dijo el entrenador.
Día 49.
Infarto.
Fue al banco, le concedieron un crédito sin intereses
y del susto, se murió de un infarto.