"En profundidad desde el escondite" (II).
El principio
Inmersión: De cabeza al agua.
El nadador tan solo ve lo que hay en la superficie, nada para avanzar y cuando no le interesa lo que divisa en la costa, se mantiene a flote a la espera de tiempos mejores, o de aguas más tranquilas.
Sin embargo, el buceador no se conforma, se sumerge bajo el agua y explora a ver lo que hay en las profundidades, aunque no se puede quedar abajo demasiado tiempo porque si calcula mal, quizá ya no pueda volver a la superficie…
El día que la conocí, y cuando no había pasado ni una hora, le dije:
¡Creo que eres la mujer de mi vida!
Y ella sin alterarse, como si yo tan solo la hubiera obsequiado con una simple sonrisa, me respondió:
¡Y tú eres el hombre que a diario me va a regalar kilos de amor!
Pero al final, ni ella era la mujer de mi vida, ni el amor fue verdadero, pues tan solo se convirtió en puro sexo, en unos pocos gramos (los kilos no aparecieron por ningún lado, ya que, ni yo los tenía, ni ella los merecía) de placer de esos que ni alimentan, ni tan siquiera quitan el hambre, al contrario, pues para lo único que sirven es para que tengas más apetito. Por eso me alejé de ella y de las que se le parecían, y volví a mi guarida, aquí me encuentro seguro, zampo lo que quiero y jamás pierdo las ganas de comer, y lo mejor de todo, es que nunca engordo y no me hace falta ni pesarme, por eso la báscula, la tengo de adorno.
Continuará...
Fran Laviada (Libros publicados en Amazon).