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"Historias en Terrícolandia: Superviviente en un Planeta llamado Tierra" (IV).

29 jun, 2022, No hay comentarios

El contenido publicado a continuación pertenece al libro titulado “Superviviente en un planeta llamado Tierra” que forma parta la Trilogía Terrícola publicada en Amazon en el siguiente enlace:

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Iremos publicando diariamente los diversos capítulos (o partes) de todos los libros que componen la Trilogía para que los lectores que nos sigan los puedan leer de forma gratuita. Para aquellos que les guste el contenido de lo que publicamos y prefieran adquirir el libro para no tener que esperar a leerlo por capítulos (o partes)  pueden hacerlo en los siguientes enlaces:

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Imágenes: Pixabay.

© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)

Capítulo 8

¿A quién no le gusta estar alegre? y si la alegría se mantiene durante todo el día, mucho mejor.

  Los psicólogos y otros especialistas que se preocupan de estudiar el comportamiento del ser humano, están totalmente de acuerdo en resaltar los enormes beneficios que las emociones positivas aportan a las personas en forma eficaz terapia que eleva de manera considerable el grado de felicidad y potencia al máximo el optimismo.

   Si hacemos referencia a la salud, son muchos los estudios que han demostrado su efecto preventivo ante las enfermedades de forma general, aportando un mayor grado de bienestar, produciendo unas bondades terapéuticas, que al final se traducen en el aumento importante de las posibilidades de disfrutar de una vida mucho más saludable.

   El pensamiento, también se ve reforzado cuando aparecen las emociones positivas, pues las imágenes que se ven en nuestro interior se caracterizan por el entusiasmo y las buenas vibraciones que experimenta una persona que trata de afrontar su existencia con una actitud optimista.

   Igualmente el estado de ánimo, siempre está más predispuesto a momentos de buen rollo, por así decirlo, con la gente de nuestro entorno, y se manifiesta entre otros detalles, en que somos más afectuosos, estamos más tranquilos, y mentalmente nos encontramos también más motivados para afrontar nuevos proyectos y llevarlos a cabo de una forma entusiasta favoreciendo el desarrollo de nuestra imaginación y creatividad.

   Por último, las personas que se apoyan de forma habitual en sus emociones positivas, tienen una mayor capacidad para superar las adversidades, ya que se hacen más resistentes a las circunstancias negativas que en un momento determinado, les puede tocar vivir, y esto es debido a que ser positivos, propor-

ciona una mayor cantidad de recursos psicológicos que en forma de herramienta sanadora, se pueden utilizar en beneficio propio y también en el de otras personas cercanas e incluso ajenas.

Capítulo 9

Existen dos tipos de decisiones con relación al movimiento a ejecutar. Una, es la de la bailarina que permite que le den cuerda, para que se mueva dando vueltas y más vueltas, dentro de su confortable y protectora cajita de música. Otra, es la de la Bailarina, que abandona por decisión propia el espacio que le han asignado para bailar, y se arriesga con nuevos pasos, atrevidos giros y arriesgados saltos, siguiendo el ritmo de su propia música. Esa, que solamente suena en el interior de cada persona, aunque no siempre se tiene la sensibilidad suficiente para saber escucharla.

   Siempre es preferible caerse bailando lo que a uno le gusta, que moverse como ese seguro y preciso robot que tiene todos sus pasos perfectamente programados, pero que no posee voluntad propia.

Capítulo 10

No es necesario extenderse demasiado, cuando hay algo que está absolutamente comprobado, y se sabe a ciencia cierta que es verdad. Para resumirlo, se podría decir algo tan elemental, como que, las cosas buenas nos benefician y las malas nos perjudican. Unas y otras, no se puede controlar en su extensión, ya que las personas vivimos supeditadas a lo que nos depara el destino, lo que sí es real, es que la actitud propia de cada individuo, lo predispone en un sentido o en otro.

   En la existencia humana, hay muchos caminos por los cuales las personas pueden transitar, unos los hacen por decisión propia, que es lo ideal, y otros para su desgracia, no tienen la posibilidad de elegir (o no quieren hacerlo), y van por donde les mandan.

   Sin embargo, al final todo se queda reducido a dos únicas direcciones, una que te lleva por el camino que conduce a la luz, y otra, que te arrastra hacia terrenos más sombríos, que irremediablemente conducen a la oscuridad.

   Claro u Oscuro, esa es la elección, aunque no siempre el ser humano, tiene la capacidad y el acierto necesarios para tomar la decisión correcta, cuando tiene oportunidad real de hacerlo.

   Luces: Alegría, amabilidad, autoestima, adaptabilidad, autoconfianza, buen humor, creatividad, entusiasmo, ilusión, júbilo, motivación, optimismo, resiliencia, sentido del humor, superación ...

   Sombras: Ansiedad, aburrimiento, decepción, derrotismo, desmotivación, depresión, desconfianza, desilusión, estrés, frustración, hundimiento, ira, miedo, mal humor, odio, pesimismo, rabia, tristeza...

   ¿Y tú, qué camino eliges?

Capítulo 11

Cada cual inicia el día asomándose a la ventana de su existencia, decidiendo para donde quiere mirar y lo que quiere ver. Unos los hacen elevando sus ojos hacia el cielo, y lo ven azul, limpio y brillante, lleno de pájaros que silban alegres y vuelan libres, a su aire, sin que nadie les diga ni para donde han de ir, ni cómo deben de agitar sus alas. Hay otros sin embargo, que prefieren inclinar la cabeza hacia abajo, para ver el negro asfalto salpicado de baches y socavones, y la calle llena de suciedad, con un incesante trasiego de gente, que guiada por la rutina se mueve entre la confusión y el desencanto, mientras que la falta de entendimiento actúa sorprendentemente de semáforo que regula el tráfico.

   Arriba o abajo, cada uno es libre de elegir hacia donde quiere dirigir su mirada. Siempre se puede cambiar el lugar elegido, si lo que se ve no es del agrado del que mira, lamentablemente para ellos, los hay que continuamente miran para el mismo lado, a pesar de que ven de forma permanente lo que en realidad no les gusta, y esto les sucede, una y otra vez, pero como dice el refrán, quien por su gusto corre, jamás se cansa.

Capítulo 12

En otros tiempos más bien lejanos, solía decirse que el matrimonio era para toda la vida. Hoy sabemos a ciencia cierta, que no es así. La frase en cuestión queda muy bonita, suena muy bien, pero tiene mucho de fantasía y bastante menos de realidad. Tan solo hay que echarle un vistazo a las estadísticas que de todo tipo existen al respecto, para comprobar la gran cantidad de parejas que se rompen dando por finalizada su vida en común, haciendo de esta forma, que vuele por los aires aquello tan conocido que decía, hasta que la muerte nos separe. Para siempre, no hay nada, y mucho menos, cuando estamos hablando de relaciones sentimentales, así que, por muy unida que en un momento dado pueda llegar a estar una pareja con el potente pegamento del amor, hay que ser conscientes de que el tiempo al final, lo despega casi todo, que se lo pregunten a todos aquellos, que utilizan dentaduras postizas.

   La seguridad plena de seguir indefinidamente unido a tu pareja no existe, ya que eso no puede garantizarlo ninguno de sus dos componentes. Dijo una vez, ese genio del cine llamado Clint Eastwood, que si quieres una garantía, lo que tienes que hacer es comprar un tostador.

Capítulo 13

La verdadera sabiduría, es aquella que nos impide recurrir a pensamientos que causan debilidad en nuestro estado de ánimo.

   El pasado ya no existe y mucho menos cuando solo nos aporta recuerdos negativos.

  ¿Qué objetivo que no sea algo malsano, tiene que acordarse de las desgracias del ayer?

   Si tu pareja te dejó, por mucho que te acuerdes de ella, eso no va a hacer que vuelva, así que: ¡Olvídala!

   Hay que vivir siempre el presente, o al menos intentarlo, ya que es solo lo que existe de verdad. No hay que torturarse día sí y día también, con esas cosas negativas que continuamente las personas atraemos como un imán a nuestro cerebro y que tanto daño nos hacen.

   “Hay que olvidar las lágrimas del lunes, si no quieres seguir llorando el martes”

   Lo que nos duele, por hechos del pasado, hay que tratar de borrarlo de la mente para que la insatisfacción, el desasosiego y la frustración no hagan su corrosivo trabajo de desgaste en nuestro interior y vayan destrozando poco a poco nuestro estado de ánimo y haciendo que nuestro bienestar acaba directamente en la basura.

   ¡Vive hoy, ayer no existe, mañana todavía no llegó!

   El presente es lo que cuenta, es la única realidad de la vida, salvo que prefieras mirar hacia atrás para seguir con el palillo escarbando en la encía, hasta hacerla sangrar, o mirar en exceso a lo lejos, para ver lo que no existe; es muy conocido aquello que decía, que vive de ilusiones el tonto de los cojones, dicho sea de paso, con el mayor sentido del humor posible, ya que tal y como están los tiempos, muchas veces, lo único que podemos hacer es reírnos, empezando por nosotros mismos, porque además es gratis.

Fran Laviada


"Historias en Terrícolandia: Superviviente en un Planeta llamado Tierra" (III).

26 jun, 2022, No hay comentarios


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Imágenes: Pixabay.

© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)


Capítulo 5

   1) En la vida, si uno se considera una persona seria y responsable, siempre ha de hacer frente a las deudas (tanto materiales como morales) que genera. Lamentablemente, no siempre estamos en disposición de pagar hoy las facturas pendientes (ni unas ni otras), pero siempre, ha de tenerse la intención plena de satisfacer lo que se debe en el futuro, y cuanto antes mejor, siempre y cuando que la deuda no se pueda cancelar en el presente, que sería lo mejor, para ambas partes, por eso nos acordamos de aquello que dice que:

  Quien paga descansa, y quien cobra, más.

   2) En la vida, ante cualquier responsabilidad que una persona ha de afrontar, el objetivo, es desempeñarla lo mejor que sea posible en función de su capacidad, dedicándole el mayor de los esfuerzos y utilizando al máximo los recursos disponibles que tenga a su alcance. Si pese a todo, el resultado obtenido en base al trabajo realizado no siempre es lo suficientemente positivo que esperamos, hay que pensar, que dejando a un lado los errores que uno haya podido cometer, son muchas las veces, que dependemos de una serie de circunstancias que no podemos controlar, por lo tanto es inútil matarse por conseguirlo, y también hay ocasiones que estamos supeditados a la acción de otras personas, con lo cual nuestro margen de maniobra queda bastante reducido. No obstante, si los resultados son desfavorables siempre es fundamental hacer examen de conciencia y admitir las equivocaciones propias para corregirlas en el futuro y en especial, no culpar a los demás de lo que nosotros hemos hecho mal.

   3) En la vida, vemos muchas veces como la existencia humana se convierte en una gran obra de teatro representada sobre un majestuoso a la vez que efí-

mero decorado de cartón piedra, y en el que casi todos los personajes se esconden detrás de una careta, que impide conocer su verdadero rostro, incluso se podría añadir a lo dicho, que muchos de estos individuos son más falsos que un Rolex (Trolex) de esos que se venden en los mercadillos junto a los discos y películas del famoso Top-Manta.

Capítulo 6

Decía no hace mucho tiempo el filósofo belga Marc Richir que el sentido de la existencia, la tradición y el futuro son los grandes problemas filosóficos de la actualidad.

   No soy un experto conocedor de la filosofía moderna (ni de la antigua), y conozco sobre la materia, apenas lo poco que pude aprender (entender) en mis años de bachillerato en la asignatura correspondiente, y en alguna consulta posterior que a modo de curiosidad he realizado rebuscando en diferentes fuentes, por todo esto, no pretendo ni mucho menos, escribir aquí de filosofía, sería como mínimo un osado, pero a lo que sí quiero referirme es a mi propia filosofía (aunque esta sea de batín y zapatillas, es decir de andar por casa) de las cosas y en concreto de los apartados anteriormente expuestos.

   1) La existencia: Un concepto tan amplio como complicado. Tan difícil de entender y más aún de explicar. Algo que a lo largo de los siglos, tantos y tantos hombres sabios han intentado descifrar y no han conseguido, pues la capa de misterio que rodea la existencia es tan profunda, que podemos taladrar y taladrar sobre ella, que nunca llegaremos a ver lo que de verdad se esconde en el fondo.

   Muchas veces queremos protegernos ante el temor a lo desconocido que la propia existencia representa, y pretendemos ayudarnos con ese bálsamo suavizante que supone la religión, la fe, la creencia en un ser superior que dote de un verdadero sentido a nuestra vida, y que existir no sea solo eso, es decir, nacer, vivir y morir sin más, y ¿después qué coño (con perdón) pasa?

   Cuántas veces nos hemos comido el coco, dándole vueltas y más vueltas a la cabeza, preguntándonos todo lo que supone nuestra presencia en este planeta y los grandes misterios que la rodean.

  Probablemente, algunas mentes privilegiadas hayan llegado a conclusiones más o menos lógicas, con fundamento, pero la mayoría de los mortales (y yo me encuentro entre ellos), lo único que hemos conseguido es meternos en esa montaña rusa de la existencia, subimos y bajamos una y otra vez, y al final nos hemos exprimido tanto el cerebro pensando sobre lo que supone existir, que en un momento dado ya no sabemos si estamos en la cima de la cumbre o abajo, o si todo esto nos coge en medio de la subida o en pleno descenso.

   La conclusión es que, lo que hay es lo que se puede ver, más allá de donde le lleven a cada uno, sus creencias particulares, ya sea por seguridad, convencimiento o tranquilidad.

   Lo que sí está claro es que existir es presente, es hoy por hoy, lo único real. Ayer ya fue, mañana Dios dirá (o Alá, Mahoma, Buda o Aladino y su lámpara, según cada caso).

   2) La tradición: Solo sirve cuando se ajusta a los tiempos, la que se queda desfasada, ya no vale. Lo eficaz, duradero y positivo de lo que sea, no viene determinado por ser algo que se lleva haciendo durante años y años, lo antiguo, si lo único que tiene es telarañas por el paso del tiempo, no nos sirve. Las tradiciones que hay que mantener son las que están en consonancia con los tiempos que vivimos, no las desfasadas, propias de otras épocas de la historia de la humanidad, y que en algunos casos han sido lamentables y crueles, fruto de mentes retorcidas y fanáticas, alejadas de cualquier tipo de sentimiento compasivo y de respeto por la vida humana.

   ¡No a la tradición por la tradición! lo moderno, no tiene que ser por sistema peor que lo tradicional, habrá que analizar detenidamente lo que es propio del presente y lo que no procede. Esperemos, por ejemplo, no volver ver tradiciones como las que se repetían hasta hace muy poco en algún pueblo, cuando tiraban a una cabra desde el campanario de la iglesia, para celebrar no sé qué, salvaje costumbre y también podemos entrar en determinados comportamientos, por exponer casos concretos, de tipo tradicionalmente machista que afortunadamente hoy, en pleno siglo XXI están casi superados, y digo casi, porque todavía hay algunos impresentables, por llamarlos de alguna forma, que justifican eso de como soy hombre, le puedo ser infiel a mi mujer, pero si ella lo es conmigo, le doy una paliza (o la mato).

   3) El futuro: Probablemente, lo que voy a decir a continuación, no sea ninguna novedad, pero por si alguno no se ha dado cuenta, he de indicarle, que lamentablemente el futuro no existe. Y lo repito, solo existe hoy, ni ayer, ni mañana, tan solo hoy. Está muy bien eso de pensar en el día siguiente, de ser precavido, pero como el ser humano es egoísta por naturaleza, siempre quiere más, y no solo piensa en mañana, luego es en pasado mañana, y así sucesivamente, hasta que llega un momento que pierde la noción del tiempo, y se cree que va a vivir toda la vida.

   A veces quedo sorprendido de cómo se comporta mucha gente en su vida, porque hace y dice cosas como si fuera interminable su paso por la tierra. Esto lo puedo comprobar sobre todo en el avaro, en el egoísta, y en todos aquellos que quieren acumular cuantas más riquezas mejor. Esos que ven en el dinero solo un fin para ser cada vez más y más ricos, y no como un medio para vivir mejor, y poder conseguir cosas que les permitan tener una existencia más segura y agradable.

   Está claro que todos queremos vivir el mayor número posible de años, aunque el objetivo debería ser la calidad de esos años, porque existir por el mero hecho de hacerlo y a cualquier precio, creo que no tiene mucho sentido. Muchas personas han llevado una existencia tan desagradable y con tanto sufrimiento que vivir muchos años solo les ha traído más desgracia y dolor. No obstante, vivir el presente, no quiere decir que no seamos optimistas de cara al futuro, pero siempre siendo conscientes que el objetivo en todo momento, es el ahora, y no el después, ya que si estamos muy pendientes de disfrutar el domingo, igual nos perdemos lo que hay el sábado, y también como dicen muchos expertos en cuestiones sobre el comportamiento humano, la felicidad no está al final del camino, sino durante el transcurso del mismo, por eso si pensamos tanto en mañana, igual nos pasa hoy sin enterarnos y nos estamos perdiendo algo realmente interesante.

   La sabiduría del refrán siempre acertadamente aconseja, no dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy, es la mejor receta para existir y al mismo tiempo para saber aprovechar al máximo, esa cosa tan valiosa y tan irrecuperable cuando se pierde, que se llama tiempo.

Capítulo 7

Hay que tener en cuenta que para nuestra salud física y mental es muy importante pensar siempre o al menos intentarlo con todas nuestras fuerzas, en positivo. Cuando lo hacemos estamos favoreciendo no solo llevarnos bien con nosotros mismos, lo cual, es de suma importancia para nuestro equilibrio mental, también se mejora la relación con las demás personas que forman parte de nuestro entorno, y estamos logrando que nuestra vida sea mucho más fácil de llevar y en definitiva más placentera.

   Pensar en positivo hace que uno se sienta mejor y eso es indudable que repercute en nuestra salud en el aspecto más beneficioso posible, tanto a nivel físico, como psíquico y espiritual. Resulta evidente que la negatividad no aporta beneficio alguno, al contrario, incide de forma dañina en nuestro organismo. Algunos estudios han llegado a la conclusión que cuando se tienen pensamientos negativos el sistema inmunitario del ser humano se debilita y se hace más propenso a las enfermedades. Por eso hay que hacer todo lo contrario, es decir tener pensamientos positivos que van a dar un soplo de aire fresco a tu existencia, más energía en tu vida diaria, van a evitar que el pesimismo aparezca con frecuencia, van a aumentar tus momentos de alegría, facilitaran tu convivencia con el resto de los mortales y muchas veces eliminarán esos estados de irritabilidad o enfado que tantas veces se asocian al quehacer diario de la vida de las personas.

   Ser positivo es pensar en positivo. Tener pensamientos que nos favorezcan, que nos hagan estar más contentos y satisfechos el mayor tiempo posible y eliminar aquellos que nos hacen daño, ese es el objetivo y depende solamente de uno mismo. Para muchos puede ser una tarea difícil, pero hay que intentarlo (nada bueno es gratuito) y en todo caso aprender de todas aquellas personas que han cambiado el chip y viven su vida en positivo, con pensamientos que favorecen su estado de ánimo y que les hacen vivir una existencia como mínimo mucho más agradable, plena y satisfactoria.

   No cabe duda cabe, que la expresión tan conocida de ver la botella medio llena o medio vacía, refleja claramente esa línea divisoria existente entre lo positivo y lo negativo. Muchas personas no la cruzan nunca. Los que están en el lado del “más” siempre tendrán una vida mejor que los que se encuentran en el terreno del “menos”. La “Ley de la Atracción” viene más o menos a decir, que el ser humano es como un imán, que atrae tanto lo bueno, como lo malo, atraigamos pues lo positivo pensando siempre en ello, y será lo que recibamos.

Fran Laviada


"Historias en Terrícolandia: Superviviente en un Planeta llamado Tierra" (II).

24 jun, 2022, No hay comentarios

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© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)

Capítulo 4

Muchas veces los seres humanos afrontamos la vida de una forma pasiva, y estamos esperando con enorme y equivocada paciencia, que algo cambie para mejorar nuestra existencia, que se nos antoja muy poco atractiva.

   En demasiadas ocasiones las personas se convierten en títeres de las circunstancias, y se dejan manejar de forma incomprensible por los hilos manipuladores de otros individuos, que se cuelan sigilosamente en sus vidas, ejerciendo una personalidad dominante y controladora, que se aprovecha de la debilidad propia de mentes fácilmente manejables, caracterizadas sobre todo por una poca o nula fuerza de voluntad, y una muy baja autoestima.

  El ser humano, ha de ser siempre dueño de sí mismo, y basándose en esto, ha de construir de forma sólida y contundente su paso (firme) por este siempre misterioso y muchas veces incomprensible planeta llamado Tierra.

   La tarea de construcción ha de ser permanente, y no se debe de delegar en otras personas para que lo hagan por uno.

Los objetos y los animales solamente pueden ser lo que son, sin embargo los humanos somos diferentes (desgraciadamente, y en comparación con los animales, muchas veces salimos peor parados, por las cosas tan absurdas y en ocasiones, crueles, que hacemos), podemos y debemos construirnos a nosotros mismos, y llevarlo a la práctica de la forma más positiva que nos sea posible.

  Existen sin embargo, ciertas barreras con las que muchos tropiezan, y quizá, en demasiadas ocasiones, se convierten en montañas imposibles de escalar, aunque a este respecto, conviene decir, que muchas veces la imponente e inaccesible cima, intimida más cuando se piensa en ella, que cuando uno se calza las botas de escalada y comienza poco a poco, paso a paso a recortar distancias con el lejano objetivo.

   En muchos momentos los tropiezos son fruto de las propias autolimitaciones, que las personas se empeñan en cargar a su espalda, incluso los más masoquistas, también se las cuelgan al cuello. El resultado, es que siempre que caminan, tienen que soportar esa pesada carga, como si tuvieran que llevar pegada a su cuerpo de forma permanente, una mochila repleta de piedras, y si esto no fuese suficiente, se cuelgan un lastre extra a modo de collar de hormigón.

  No exageramos en lo que aquí exponemos, si tenemos en cuenta que los seres humanos, en algún momento de nuestras vidas nos movemos dominados por un convencimiento erróneo, de que no estamos capacitados para lograr determinadas metas que nos hemos propuesto, y nos vemos a nosotros mismos, como unos fracasados incapaces de alcanzar los objetivos que pretendemos conseguir. Por desgracia, son bastante las personas que tienen estos pensamientos negativos de forma permanente.

   Si nos paramos a pensar detenidamente sobre nuestra forma de comportamiento, cosa que por otra parte, no hacemos casi nunca, ya que vivimos demasiado rápido y hay poco tiempo para pararse a reflexionar sobre nuestra propia existencia, nos daremos cuenta, que en demasiadas ocasiones las personas nos vemos lastradas por un concepto equivocado y absurdo que tenemos de nosotros mismos, de nuestra forma de ser, y que nos incapacita para crecer y avanzar en cualquier actividad que pretendamos llevar a cabo.

   Pensamos que somos de una determinada manera, y que no podemos cambiar por mucho que lo intentemos, ya que además, somos absolutamente conscientes, de que esa forma de ser nos perjudica. Pues bien, cualquiera puede cambiar para mejorar, pero, siempre que ese cambio sea una decisión fruto del propio convencimiento, pero nunca de la imposición de otras personas.

  Cambiar porque otros te dicen que lo hagas, no es una opción para nada recomendable, sobre todo a partir de ciertas edades (no hablamos de niños y adolescentes, incluso jóvenes, que necesitan de forma permanente el consejo y orientación de padres y educadores).

   Cada uno ha de tomar la decisión de modificar su comportamiento, cuando está completamente seguro de ello, ya que, ha llegado a la conclusión de que eso le va a beneficiar en su desarrollo personal.

   Hay otras personas sin embargo, que abandonan su labor de construcción porque les resulta mucho más fácil acusar a otros de sus propios errores. Es muy cómodo eso de señalar siempre a los demás de los fallos cometidos, y crear una permanente actitud defensiva a modo de coraza, para de forma continua tener en todo momento una justificación y no reconocer las equivocaciones que uno comete a lo largo de su vida. Una frase que define muy bien esta circunstancia, es la expresión deportiva, que se refiere a eso de echar balones fuera.

   También hay quienes, en una especie de invariable postura de brazos caídos, aluden continuamente, cual disco rayado, a la mala suerte, para justificar su apatía laboral en la edificación de su propia existencia. Construir nuestra vida, no es tan sencillo. Levantar uno a uno los pisos del propio edificio, lleva su trabajo, y sobre todo hacerlo encima de una base sólida, que no se resquebraje ante el más pequeño golpe. Habrá días con frío y otros con sol, que van pasando y moviéndose alrededor de la estructura de nuestra obra, incluso algún que otro terremoto de mayor o menor intensidad, que agitará con determinada violencia las paredes de la casa, pero si la hemos construido correctamente, seguro que aguanta la sacudida, o al menos, las posibilidades de que el edificio se mantenga en pie, serán mayores, que otras construcciones hechas sobre suelos de arcilla y barro.

   Viviremos multitud de circunstancias, unas veces desfavorables y otras que estarán de nuestro lado. Habrá tiempos de abundancia, y otros de estrechez, pero en todo momento el individuo debe de mantener bien sujetas, las riendas del caballo de su propia vida, y siempre pensando en positivo.

   Sumar, crecer y avanzar son las flechas que han de indicar el camino a seguir.

   “En esta vida es fácil morir, construir la vida es mucho más difícil”

   (Vladimir Maiakovski)

   Fran Laviada

"Historias en Terrícolandia: Superviviente en un Planeta llamado Tierra" (I).

23 jun, 2022, No hay comentarios

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© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)

NOTA DEL AUTOR

La Trilogía Terrícola está formada por una recopilación de artículos y otros textos de contenido diverso que el autor ha ido publicando en los últimos años (aunque en algunos casos, se ha ampliado y/o retocado el contenido, y también se ha añadido material inédito para completar la extensión de la mencionada Trilogía), en la Red Internet, en páginas web, blogs y en diversas plataformas relacionadas con medios de comunicación y otras de diverso contenido temático. Los textos se han adaptado en la medida de lo posible a la estructura del libro, y aunque todos los apartados (o pequeños capítulos) guardan cierta relación entre sí, ello no supone que cada texto sea continuación del anterior y de ahí que a lo largo de los tres libros se hayan publicado como apartados independientes. El autor cuenta su vida como Terrícola, escribe sobre sus experiencias en el planeta, expresa sus opiniones sobre el entorno que lo envuelve, lo que no le gusta y le genera una permanente insatisfacción vital, lo que tiene que hacer para seguir adelante en el complicado camino de la existencia, y la búsqueda permanente del positivo combustible existencial que le permita avanzar con moderado optimismo, pero sin vivir en un mundo irreal, que muchas veces actúa como mecanismo de salvación, aunque al final choca siempre frontalmente con la cruda realidad. Este es el segundo título de la trilogía, el anterior publicado fue “El terrícola insatisfecho” y el siguiente y último  “El asfixiante globo terráqueo”.

“Es obligatorio para todo ser humano, alimentar sin descanso su instinto de supervivencia, por eso ando, corro, nunca paro y sigo el camino. Siento, respiro, vivo. Ahora hace calor, luego frío y aparece el dolor, pero pienso, y me río. Mismo camino, paso más corto, y corro, pequeño salto y me río. Me duele, pero sigo vivo. Lluvia, viento, vuelve el frío. Sudor, dolor, sigo, otra vez calor, pero no me fío, quizás retorne el frío. Otro día más y corro. Caminar, correr, nunca me quedo quieto. ¡Gracias, me siento vivo! Y sigo. Paso largo, mismo camino, me duele, pero me río...”

Introducción

Cuando escribes una historia de ficción, uno pone en boca de los personajes que inventa, todo lo que se le ocurre para dar rienda suelta a su imaginación, y se sumerge en un mundo de fantasía, en el que se puede permitir el lujo de transformar la realidad según el capricho y la creatividad del momento.

   El escritor cuando inventa, puede inspirarse en personajes reales y hechos verdaderos, pero dándole siempre (como mínimo, haciendo el intento) rienda suelta a su capacidad para cambiarlo y mezclarlo todo (nombres, hechos, fechas, situaciones, lugares...), pudiendo crear algo que tan solo está en su cabeza, únicamente hace falta llevarlo al papel. En definitiva, quien escribe, puede sentir esa sensación de libertad que le permite sacarse de la manga otros mundos paralelos a los auténticos, para ponerse a salvo de la cruda realidad, que en muchas ocasiones puede llegar a ser asfixiante, aunque a veces, como es el caso de lo que aquí se cuenta, no hay ficción que valga, y todo lo que se dice está basado en el desarrollo de la existencia diaria del autor, aunque, como toda opinión personal, lo expuesto siempre está supeditado a un criterio muy particular de quien escribe, aunque uno, siempre trate de seguir en todo momento el camino de la objetividad, aunque eso no signifique que se tomen caminos equivocados, algo que en definitiva se hace todos los días, tomando decisiones para encaminar nuestros pasos en la dirección adecuada, que no siempre es la elegida.

   Lo que sí resulta evidente, es el hecho de que uno libremente, se permite expresar sus opiniones ejerciendo su derecho a decir lo que piensa sin ofender a nadie, ya que la libertad de expresión, también tiene sus límites, y acompañado en todo momento, de esos dos amigos inseparables, inspiradores y fieles, que se llaman soledad y silencio, que sin duda, aportan claridad a las ideas, para buscar salidas más o menos satisfactorias que permitan en cierta medida, mitigar la insatisfacción vital permanente, que nos embarga a los seres humanos, excepto a los que ya están resignados, a los conformistas y a los cobardes, estos y algunos más, que han dejado su supervivencia en manos de eso que se conoce como el destino, pensando erróneamente, que todo está ya establecido de antemano, y que un individuo puede hacer poco para cambiarlo, cuando la realidad de la vida diaria, es que siempre, los que tienen más posibilidades de seguir respirando y salir adelante en este planeta llamado Tierra en el que vivimos, son aquellos que no se rinden nunca, que no bajan la guardia, que no se paran, que se levantan cuando caen (y casi siempre, sin ayuda de nadie), es decir, todos aquellos que son conocidos como Supervivientes.

   Y a todo lo dicho (insistimos en ello, igual que en el primer título de la Trilogía) que hay que añadir a todo lo dicho, el sentido del humor, ese aderezo imprescindible que toda buena ensalada existencial necesita para darle a la mezcla el equilibrio necesario y conseguir que la filosofía del buen estado de ánimo prevalezca siempre por encima de la adversidad.

"La risa es un tónico, un alivio, un respiro que permite apaciguar el dolor".

(Charles Chaplin)

Capítulo 1

Hoy es el primer día del primer año de la vida de cualquier ser humano.

Los años vividos hasta la fecha (muchos o pocos), han muerto, y por lo tanto, deben de estar enterrados o incinerados sus restos y esparcidos a los cuatro vientos. Si el pasado de unos ha sido positivo, lo mejor es rezar en señal de recuerdo y agradecimiento, y despedirse, si por el contrario, para otros, el recuerdo del ayer solo aporta negatividad, quizá una opción válida sería escupir sobre su tumba o al aire, si es que esta no existe sepultura, y olvidarse para siempre de lo ocurrido.

   Tanto en un caso como en otro, podemos recordar el dicho católico (desconozco si es igual en otras creencias religiosas) de que en paz descansen (R.I.P) y a partir de aquí iniciar el Año Cero y seguir adelante.

Capítulo 2

Si hacemos un pequeño ejercicio de creatividad mental, y nos imaginamos que en el interior de nuestro cerebro, tenemos un reproductor de música (formato a libre elección), con un ligero esfuerzo, podremos escuchar la melodía que suena en su interior, solo hace falta tener el suficiente sentimiento, la sensibilidad imprescindible y una mínima capacidad para emocionarse. En definitiva, simplemente es necesario, que la zona correspondiente al hemisferio cerebral derecho, no sea una tierra árida y se encuentre lo suficientemente regada, para que brote la vida en ella.

   El sonido de la música, siempre nos recuerda, si le prestamos un poco de atención, que la existencia del ser humano no es excesivamente larga, y que hemos de aprovechar el tiempo, para hacerlo los más productivo posible, exprimiendo todo el jugo a cada día vivido, como si fuese el último de nuestro paso (fugaz) por la tierra.

   En resumidas cuentas, no hay que perder ni un segundo (ni tan siquiera una décima), en aquellos asuntos que por lo general no nos llevan a ninguna parte, y que al final, van en contra de nuestros propios intereses, porque atienden más a los deseos de otras personas, que muchas veces ¡y eso es lo verdaderamente lamentable e inadmisible!, quieren imponernos a toda costa sus opiniones, deseos e incluso (¡manda huevos!) sus caprichos.

   Siempre hay que seguir el sonido de nuestra propia música, y nunca escuchar la que nos quieren tocar los demás, ni tan siquiera el estribillo, que es un preámbulo con trampa que finamente y con astucia calculada nos lleva al engaño, si nos dejamos engatusar.

   Y si para ir a nuestro propio ritmo, hemos de llevar el paso cambiado, se va ¡y

no pasa nada, faltaría más! (otra cosa sería estar desfilando en plan militar).

   Si al resto de la gente no le gusta, no es nuestro problema. Si uno sigue una marcha musical que no es la suya, y lo hace por complacer a los demás, o por miedo, e incluso por educación, que de todo hay, lo único que se consigue, es traicionarse a uno mismo, y eso sin duda alguna, es de la amplia gama de errores que un ser humano puede cometer, uno de los peores.


“Si un hombre no va al mismo paso que sus compañeros, quizá sea porque oye

un timbal distinto. Dejémosle seguir el paso de la música que oye, sea acompasado o irregular”

(Thoren).

Fran Laviada

"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (y IX).

22 jun, 2022, No hay comentarios

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© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)


Capítulo 30

La vida es una “vieja bruja” que maneja tus sentimientos a su antojo y por esa forma caprichosa de actuar te lo puede dar todo, o dejarte sin lo que más quieres, incluso en “pelota” (siendo más dañina, la desnudez emocional, que la material).

  La existencia es cruel para algunos, pero es una grave equivocación tratar de olvidarse de ella, perdiéndose en un mundo falso que te haga vivir ilusiones irreales. Lo ideal, es crear un universo paralelo propio, pero siempre con los pies en la tierra y no en la luna, aunque en ese espacio ideal, ¡tan solo tú!, puedes establecer las reglas del juego.

   La vida es demasiado importante y a la vez demasiado corta (quizá haya que pensar como consuelo, en la prórroga de la reencarnación, y aunque los budistas lo tienen claro, hay muchas dudas al respecto), para desaprovechar el tiempo (algo parecido a tirar comida, aunque tan solo sea un trozo de pan, sin duda un pecado, en un mundo en el que todavía hay millones personas pasando hambre e incluso muriendo por falta de alimento).

   Ya lo dice el refrán, con su demostrada sabiduría, que no se debe de dejar para mañana, lo que se pueda hacer hoy. Quizá mañana no llegue nunca, por eso lo más práctico es vivir el día a día, y exprimirlo al máximo, y al final lo que hayamos disfrutado es algo que ya nadie nos podrá quitar nunca.

Capítulo 31

Todos tenemos en el interior de nuestra mente, un territorio privado, en el que hay un único dueño, nosotros mismos, y ese es un espacio sagrado, que no lo puede invadir absolutamente nadie, ya que de no ser así, jamás disfrutaremos de la verdadera libertad, esa que el ser humano tiene derecho a saborear desde que nace y que desgraciadamente no está al alcance de todos, pues son muchos los que por diversas razones se ven privados de ella, influyendo en ello la actitud dictatorial y opresora de otros.

Capítulo 32

Siempre es posible vivir de lo que uno sueña (eso sí, con mucho esfuerzo, y también suerte, aunque a veces ni con eso), el problema es que existe un sector de sobra conocido (y padecido) al que pertenecen los llamados “inmovilistas, tradicionales y arcaicos” (aunque se les podría adjudicar una larga lista de calificativos, y por supuesto, ninguno bueno), de siempre (esos que hacen lo posible por ralentizar el desarrollo del progreso), que quieren tener controlado en todo momento al personal con el socorrido método de meter miedo, y decirle continuamente que NO (que eso NO se puede, que eso NO se hace, que eso NO se toca, que eso NO se dice...), algo que se combate haciendo oídos sordos a los bien llamados “carcas” (mercenarios del temor, predicadores de la intransigencia, nostálgicos de un pasado paleolítico...), pasando por debajo del sobaco (e incluso, por otras partes blandas de la anatomía humana) las advertencias sobre el supuesto peligro, que supone no ser en estos tiempos, un individuo “políticamente correcto”. ¡Lo que hace falta en este país, es mano dura, y se acababan las tonterías...!

    ¡Para cagarse...!

   Al final, siempre salen adelante y consiguen lo que se proponen, aquellos que tienen claro lo que quieren, que hacen lo que les gusta poniendo en ello, toda su pasión y entusiasmo, y eso les hace inmunes a cualquier clase de veneno que les quieran inocular para quitarles sus sueños, y convertirlos en indefensas y disciplinadas marionetas humanas sin alma, y desprovistas de toda su autoestima y dignidad.

Capítulo 33

Cualquier persona te puede enseñar una buena receta para preparar un delicioso plato, pero para aprender a cocinar, nadie mejor que un Chef, ya que resulta evidente, que no es lo mismo freír un huevo (y hasta para eso, se necesita pericia) que hacer una paella.

   En la vida sucede lo mismo, siempre se puede aprender algo de cualquier ser humano, aunque, para no perder el tiempo, es mejor ir en línea recta que dando rodeos, por eso lo práctico, es acudir a los especialistas de cada materia, que los hay y muy buenos, aunque no todos están acertados a la hora de evaluar sus conocimientos, y algunos tienen cierta tendencia a sobrevalorarse, así qué, la dificultad muchas veces, consiste en descubrir quiénes son, ya que vivimos en un país, en el que son demasiados, los que pretenden aparentar lo que no saben, aunque presuman continuamente de ello.

   ¡España es así! ¡Y olé...!

   Como experiencia personal, y si sirve de ayuda para los lectores, por norma general, el que de verdad sabe, de lo que sea, casi nunca hace ostentación de su sabiduría, y como ejemplo, me quiero referir a algo tan simple como hacer comentarios durante la retransmisión de un partido de fútbol. Casi siempre los que menos hablan (tan solo haciendo valoraciones puntuales, precisas y acertadas), son entrenadores de prestigio a los que se les invita en un momento dado, a comentar el partido televisado, sin embargo, los que más le dan a la lengua (muchas veces haciendo una exhibición manifiesta de sus “presuntos” profundos conocimientos en la materia, y con una palabrería que como mínimo empalaga, y que sacaría los colores a cualquiera de los televidentes que tenga un mínimo de sentido del ridículo, son los que menos historial práctico poseen (lo que viene siendo simplemente, “sentarse en un banquillo” aunque sea dirigiendo un equipo de minibenjamines), que es lo que de verdad podrían aportar para refrendar lo que saben. Pero bueno, es lo que hay, la solución como en otras muchas cosas, siempre está en la mano de uno mismo, y en este caso con poner a cero el volumen del televisor, problema solucionado, aunque para otros asuntos los remedios no son tan fáciles, y como para muestra vale un botón, que se lo pregunten a los sufridos ciudadanos que tienen cada día que pelear con las entidades bancarias (sin duda alguna, auténticas aves de rapiña), para que les devuelvan todo los que le han cobrado de más, en su amplio y variado catálogo de productos trampa (elaborados por mentes retorcidas, para exprimir hasta los tuétanos al desgraciado de turno) del tipo: “acciones preferentes, cláusulas suelo o préstamos variopintos”, por poner algunos ejemplos vergonzosos, que harían palidecer al mismísimo Satanás, y no sigo, porque me caliento... ¡y ya me estoy poniendo un poco rojo…!

Capítulo 34

En muchas ocasiones (demasiadas) a lo largo de nuestra vida, estamos deseando oír a otras personas, tan solo, para recibir de ellas un halago (algo evidentemente agradable de escuchar y muy positivo para nuestra autoestima, pero que si es excesivo, al final, siempre debilita, por lo tanto, no está demás tenerlo en cuenta) sobre nuestra imagen personal, del tipo, ¡qué buen aspecto tienes, o ¡qué delgado estás! (aunque ambos sean mentira, porque estás demacrado por el estrés laboral al que te somete un tiránico jefe, que te exprime como a un limón, pero que sin embargo a la hora de pagarte, ya no se muestra tan exigente, y gordo, por las comilonas habituales, que te metes entre pecho y espalda, ¡a ver ese colesterol!).

   En el caso que nos ocupa vamos a suponer, que las lisonjas recibidas sean ciertas, sin embargo, cuando alguien nos lo dice, no sabemos muy bien cómo reaccionar, incluso no produce cierta vergüenza lo que nos entra por el oído, y tendemos a minimizarlo, o incluso, casi a disculparnos por lo que nos han dicho (casi siempre, una falsa modestia, mal disimulada), y es que a los seres humanos siempre nos cuesta mantener el equilibrio, o estamos en Pinto o en Valdemoro.

   Los terrícolas somos así de raros, no todos, por supuesto, aunque muchas veces, la rareza, es lo que de verdad nos distingue de la vulgaridad, esa de:

   ¿Dónde vas Vicente? ¡Donde va la gente!

   Cuando queremos estar solos, nos molesta cualquier tipo de compañía, y cuando en determinados momentos y circunstancias, nos vendría muy bien estar acompañados, nos encontramos completamente solos, incluso los que tienen perro, que harto de los caprichos de su amo, se ha ido por su cuenta y riesgo a dar una vuelta por el parque, porque el chucho, también tiene necesidad de sus momentos de soledad.

   ¡Así son las cosas, y mientras, la vida pasa, es lo que hay!


“Es mejor ser un humano insatisfecho que un cerdo satisfecho”

(John Stuart Mill)

“Los humanos debemos el progreso a los insatisfechos”

(Aldous Huxley)

“El deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse. El amor en cambio, es un eterno insatisfecho”

(José Ortega y Gasset)

FIN de la primera parte de la Trilogía.

¡Si te gustó lo que has leído, te animamos a leer la segunda parte!

“Superviviente en un planeta llamado Tierra”

Fran Laviada

"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (VIII).

21 jun, 2022, No hay comentarios

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© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)


Capítulo 22

Hay que tener mucho cuidado, con ese peligroso individuo que con astucia calculada, se disfraza continuamente de Ciudadano Ejemplar, que suele dar consejos (sin que se los pidan) haciendo continua exaltación del valor de la moralidad y las buenas costumbres, y que incluso, te mira mal si tiras un papel al suelo, pero que sin embargo, tiene las baldosas de su casa con una gruesa capa de polvo, además de pasar de forma sospechosa, más tiempo de la cuenta, en casa de su vecina, que además está casada, pero que vive muchas horas en soledad, porque su marido tiene un trabajo que le hace viajar con frecuencia, ¡vaya por Dios!

   Eso de haz lo que yo te digo, pero no hagas lo que yo hago, pertenece a otras épocas, que afortunadamente ya se quedaron muy atrás, aunque siempre queda por ahí escondido, algún Dinosaurio moralizador (a veces muy bien disfrazado, aunque ya no engaña a nadie, a “casi”, ya que siempre hay por ahí algún pardillo, al que le quieren vender algún pequeño terrenito en el paraíso eterno, y “pica”) que se resiste a irse de una puñetera vez, ¡qué cansino!

Capítulo 23

Vivir en la pasividad excesiva, que ofrece de manera traicionera, esa peligrosa y conocida “zona de confort”, hace que muchas veces (más de la cuenta), la negatividad disfrazada de lo que no es, se vaya poco a poco apoderando de nuestra vida, sin que hagamos nada por evitarlo, resignados a nuestro infortunio (el que quiera, que lo llame mala suerte, si eso le sirve de consuelo), con la docilidad de un disciplinado perrito faldero, hasta que el desastre hace acto de presencia en nuestro espacio vital, con la fuerza destructora de un huracán, cuando ya es demasiado tarde para ponerse a salvo.

Capítulo 24

Nunca llegué a entender a esa clase de individuos retrógrados, que consideran una tragedia, incluso algunos fanáticos de la religión (de cualquier religión), le dan categoría de castigo divino, al hecho de tener un hijo gay (o una hija lesbiana), como si la homosexualidad fuera un pecado.

   ¿Se ha parado usted a pensar “Míster Picapiedra” que el muchacho ha heredado su código genético?

   ¿No será que en algún escondido y misterioso rincón de su organismo hay una pequeña fuga de aceite?

   ¿O quizá una diminuta pluma que se ha quedado a medio crecer?

   ¿A qué no lo había pensado, verdad Señor?

  ¡Pues hágalo, quizás sea usted el principal responsable de eso que tanto detesta!

Capítulo 25

La observación es una cualidad muy importante que el ser humano tiene a su disposición para evaluar con cierto grado de exactitud todo lo que le rodea, por eso, he podido comprobar entre otras muchas cosas que me llaman la atención sobre esa clase de gente que goza de un nivel social elevado, o mejor sería decir muy elevado, teniendo en cuenta la magnitud de su poderío económico, que el “lujo”, es una excusa que los ricos tienen para presumir de lo que la mayoría de las personas no tenemos, ni tendremos jamás a nuestro alcance (aunque trabajemos cien años, y salvo que tengamos la suerte de que nos toque la lotería), y se dejan engañar (conscientemente porque de tontos no tienen ni un pelo, ya que si lo fuesen no serían ricos, aunque los hay que han tenido mucha suerte, que es la única explicación para que algunos que saben leer y escribir, y hasta ahí llegaron, están “podres” de dinero), pagando un precio desorbitado por cosas que no lo valen, pero que tienen el valor añadido de que los pobres, jamás las podrán conseguir.

Capítulo 26

Lo peor que le puede suceder al ser humano, no es morirse, a pesar de lo trágico que este hecho supone, tanto para el finado (principalmente) como para su familia y amigos (siempre menos de lo que uno piensa), todavía es peor, irse al otro mundo, habiendo perdido el tiempo a lo tonto, desaprovechando una tras otra las oportunidades que la vida nos ofrece a todos (a unos más, y a otros menos, y en esto, como en casi todo, influye poderosamente el dinero, y por supuesto los buenos “contactos”, tan solo hay que ver la cantidad de “enchufados” que hay en los organismos oficiales, de nuestro “bendito” país) a lo largo de nuestra existencia.

Capítulo 27

Mal asunto es esperar que el infortunio de unos suponga la felicidad de otros. Si por desgracia alguien tiene que utilizar una silla de ruedas para desplazarse, podrá sentirse más identificado con su entorno, si las personas que le rodean, tienen la misma limitación, pero no por ello la persona en cuestión va a ser más feliz. Eso solo, lo lograría el día que pudiese caminar, algo tan sencillo como eso.

   Es algo parecido a la palabra herencia que casi siempre va unido a la palabra desgracia. Para recibir cierta cantidad de dinero, se tiene que morir tu padre o tu madre, aunque algunos, en fin...

Capítulo 28

Si los seres humanos fuésemos menos egoístas nos daríamos cuenta que en la gran tarta de la existencia, hay pastel para todos, siempre y cuando que los trozos se repartan correctamente, aunque este es un criterio que no comparten los que más tienen, pues no conformes con tener dulce suficiente para llenar su abultada y sebosa barriga, pretenden quedarse con la tarta entera, y luego, pasa lo que pasa, que les sale el azúcar hasta por las orejas, y cuando se quieren dar cuenta, ya es tarde, pues están tan inflados de glotonería, que acaban reventando.

   ¡Tanta azúcar, no puede ser buena!

Capítulo 29

Quiero soñar siempre con sueños de verdad, aunque sean alocados, muchas veces la fantasía se hace realidad, pero nunca quiero soñar con sueños impostores de cartón piedra camuflados detrás de una careta con falsa sonrisa (tan hipócrita, que está dibujada, por eso es permanente, y por eso engaña), de esos que me castigan con el látigo de la decepción, y que acaban siendo sueños rotos, que al final se transforman en más negatividad para guardar en el baúl (que además está ya, casi lleno) de las cosas inservibles.

   Tampoco quiero sueños gélidos, de esos pétreos, porque son de hielo, que se derriten siempre al calor de la realidad, ni tampoco, sueños de fantasmas, porque no me fío de lo que hay debajo de algunas sábanas, en apariencia blancas y relucientes, aunque sin poder disimular el nauseabundo olor de la maldad, y que como mínimo necesitan ir de cabeza a la lavadora de la decencia para que les meta un buen meneo.

   Y mucho menos, quiero sueños excesivamente dulces, de esos que cuando me despierto, me dejan un sabor excesivamente empalagoso.

   ¡Tanta azúcar, no puede ser buena!

   ¡Perdón, por la insistencia!

   Quiero…

    Fran Laviada

"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (VII).

20 jun, 2022, No hay comentarios

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Capítulo 17

No siempre el silencio de las personas, significa miedo a expresar lo que piensan. Muchas veces no decir nada significa decirlo todo, y lo más importante es lo que uno se calla, y no lo que uno cuenta, para que los demás lo entiendan. Lo que no se dice, es el mensaje,para los que sepan o quieran leer entre líneas, y si existen dudas, se acompaña el silencio con ese idioma universal del gesto, que todos entienden, ya que la cara del ser humano es multilingüe, y como ejemplo, no hay más que ver como en un momento dado pueden entenderse con una simple mirada un carnicero de Osaka que apenas domina el Japonés, su idioma natural y un casi analfabeto campesino del Altiplano Boliviano, que a duras penas sabe distinguir las vocales y consonantes del rico lenguaje castellano.

  Por otra parte, hablar sin parar, como cotorras, con palabras vanas y frases sin sentido, transmitiendo una comunicación absurda, la verdad es que no tiene mucha lógica, para eso es mejor quedarse mudo, sin realizar ni un solo movimiento muscular, que pueda sugerir la más leve apertura de la cavidad bucal.

   La conclusión final, es que aunque sea el sonido el que arme más ruido, es sin embargo el silencio el que realmente en muchas ocasiones, se hace notar.

  El silencio también tiene sonido, solamente hace falta emplear el tiempo necesario para saber escucharlo.

“Qué espléndida laguna es el silencio allá en la orilla una campana espera pero nadie se anima a hundir un remo en el espejo de las aguas quietas”

(El silencio. Mario Benedetti)

Capítulo 18

Cuando el aburrimiento se convierte en un compañero habitual, y a veces, incluso inseparable (como una especie de guardaespaldas, algo desde luego, nada recomendable, excepto que uno se encuentre amenazado de muerte, y el gorila protector, sea de verdad), durante el acontecer diario de la vida de la gente, la colección interminable de horas muertas se acumula en el espacio vital de los seres humanos, que no conformes con perder miserablemente el tiempo (de su corta existencia), se dedican con esmero (no todos, por supuesto), a coleccionar de manera incansable, los cientos de miles de minutos malgastados, y con el envoltorio de la negatividad, los guardan en su baúl interno, para que a modo de recordatorio masoquista y permanente, siga alimentando un día a día presidido por la desgana, el tedio y la falta de motivación.

   ¡Con lo fácil que resulta entretenerse con las cosas más simples! Además muchas de ellas son incluso gratis, tan solo es cuestión de buscar con un poco de entusiasmo.

   Cualquier cosa es preferible, antes que pasar el tiempo como una momia, sin hacer absolutamente nada, salvo aquellos que simplemente con ver volar a una mosca, ya lo pasan bien.

   ¡Benditos ellos...!

Capítulo 19

El abuso de autoridad llevado hasta los límites de la tiranía, es algo propio de individuos despóticos, cobardes, y sobre todo acomplejados, que siempre se muestran implacables contra los débiles, aprovechando en todo momento su ventajista posición de fuerza.

  Sin embargo, y aunque pueda parecer sorprendente, estos mismos individuos, cuando se encuentran ante poderes superiores, se muestran acojonados, sumisos y serviles, arrastrándose por el suelo como serpientes domesticadas y obedientes ante la voz de su amo domador.

   ¿Qué curioso, verdad?

Capítulo 20

Las conversaciones interminables que no tienen ni pies ni cabeza, suponen una pérdida total de tiempo y energía, y sobre todo, son propias de personas superficiales, cuyo único aliciente es tener algo de qué hablar, de darle a la lengua incansablemente, a pesar de que todo lo que dicen sea absurdo y sin ningún interés para la persona que escucha el pestiño que le están dando y que muchas veces tan solo lo hace (y con un gran esfuerzo) por educación, aunque en ocasiones, es preferible pasar por ser un individuo mal educado, que tener que soportar un terrible dolor de cabeza.

Capítulo 21

El estado emocional en el que muchas veces desemboca una acalorada discusión, que poco a poco va subiendo de tono, hasta alcanzar su máximo nivel cuando se llega a la cima de la ira, es comparable a la polvareda que provoca una estampida de búfalos. Según va pasando el tiempo, la nube de polvo se va haciendo cada vez más pequeña, hasta que se esfuma por completo en el aire.

   Con un enfado, de esos que hacen que se eleve tu presión sanguínea al mismo tiempo que las pulsaciones se aceleran y corren como locas a no sé dónde, ocurre exactamente igual, lo que sucede es que por desgracia, los efectos secundarios de los cruces de cable, hacen que la suciedad provocada por el polvo, nos pase factura, por lo tanto, ¡cuidado con las estampidas!

  Fran Laviada

"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (VI).

18 jun, 2022, No hay comentarios

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Capítulo 14

“La democracia es una comida saludable, que se mueve entre la carne y el pescado, pero si la pasamos por la parrilla, y le quitamos la grasa de la corrupción, sería mucho más sana”.

El sistema político que defiende la soberanía del pueblo, y su derecho a elegir y controlar a sus gobernantes, es la democracia, así resumido, y fácilmente entendible, sin necesidad de extenderse demasiado. Y la expresión máxima para ejercer ese derecho, que todos los ciudadanos tenemos, cuando cumplimos la mayoría de edad, es mediante el voto que utilizamos para elegir a los políticos candidatos que se presentan, y para ello depositamos el “papelito” blanco que nos permite escoger a los diputados, que son de nuestro agrado, y el de color “sepia” para hacer lo propio con los senadores, aunque los entendidos dicen, que el Senado, es una especie de “Cementerio de Elefantes”, al que van a parar, muchos políticos de larga trayectoria (gran parte de los cuales se resisten a jubilarse), a los que como premio, una vez que han entrado en el tramo final de su carrera, se les recompensa por los servicios prestados (entrega, eficacia y en muchos casos, solo, fidelidad y sumisión a la “causa”, cada uno la suya).

   Como no soy un especialista en la materia, no puedo afirmar con rotundidad que el Senado, sea algo inútil, pero si un día se lleva a cabo un referéndum sobre qué hacer con la también llamada “Cámara Alta”, que cuenten con mi voto afirmativo, para que desaparezca, y lo mismo, si también utilizan el mismo procedimiento, para que los españoles podamos elegir de una “puñetera” vez, si queremos seguir con la Monarquía o nos modernizamos y damos paso a una República, y que por fin se pueda designar democráticamente a nuestro Jefe de Estado, pero bueno, eso ya me parece que sería mucho pedir, así que no caerá esa breva. Y que conste, que un servidor no tiene nada personal en contra de “Su Majestad”, pero sin duda alguna, sería un ejercicio muy sano de democracia que el actual Rey, se presentase a las elecciones (republicanas, por supuesto) como “cualquier hijo de vecino”, para saber si el pueblo quiere que sea la primera autoridad de la nación. Pero bueno, eso sería establecer un debate demasiado extenso, y ahora no toca.

   Volviendo a las elecciones, hay que decir, y eso lo sabe todo el mundo, que la democracia no es perfecta, y tiene muchas grietas, quizá demasiadas, que en el caso de nuestro país, se van haciendo más grandes a medida que el tiempo va pasando, así que no estaría de más, que los señores políticos (sobre todo los más vagos, que los hay, además son bastantes, más de los que un país en crisis, puede permitirse), levantasen más a menudo el culo (gordo, el de muchos. ¡Señorías, más ejercicio, por favor!) de sus cómodos asientos (escaños), y se pusieran manos a la obra, cual fontanero para desatascar las tuberías del poder, que emanan un tufo insoportable porque están llenas, entre otras porquerías, con la “mierda de la corrupción (insisto en ello, aún a riesgo de ser pesado en exceso), delitos fiscales de todo tipo, “pelotazos”, comisiones del 3% y de ahí para arriba, “enchufismos”, “amiguismos” y toda clase de “ismos”, y se podría seguir...”

   Y ya que el asunto va de VOTAR, que no solo sirve para manifestar una opinión, también hay que hablar de BOTAR, y eso en democracia también sirve para despedir a alguien de su empleo, en este caso para mandar a sus casas, a aquellos que han incumplido con sus obligaciones, que han sido unos incompetentes o que han “metido mano en la caja”, aprovechándose de su cargo (da igual su ideología, los que sean, con independencia del partido al que representen). Individuos, por llamarlos de alguna manera, que han traicionado miserablemente, la confianza que sus electores habían depositado en ellos.

   Para terminar, decir con el objetivo de completar este apartado, en especial para evitar cualquier confusión, que cuando se hace referencia por parte del autor, a un indisimulado favoritismo republicano, no se habla de colores, la República, no es ni roja, ni azul, ni verde, ni blanca, admite todo una amplia gama de colorido y tonalidades, aunque desde luego, es muy respetable la decisión de los que gritan, eso de: ¡Viva, el Rey!, aunque los únicos méritos de quien ocupa un trono (el de aquí, o el de cualquier otro sitio), sea apellidarse “Fulanez o Menganez”.

   Resumiendo:

   En el revoltijo de “Urnas, Votos y Elecciones”, hay que tener en cuenta lo siguiente: El “Poder” (ese misterioso ente, que mueve los hilos del mundo), tenido en cuenta como la capacidad de ejercer un dominio hegemónico sobre los individuos, con independencia de cuál sea su condición social, ideología, raza, sexo..., utiliza muchos caminos para conseguir sus fines, y por eso emplea las armas de:

    1.- El analfabetismo y la incultura. Si el ciudadano es más bien “cortito”, más fácil se le engaña.

  2.- Asustar a la gente, funciona siempre: ¡Cuidado, qué viene el Lobo! (y no precisamente, el del turrón). El miedo, siempre fue un recurso excelente para manejar voluntades y sumar adhesiones (¡Solo nosotros podemos protegerte!).

    3.- ¡La letra con sangre entra!. Cuando el autoritarismo adquiere su máxima expresión, la careta se cae al suelo y la “Bestia”, muestra su verdadera cara.

   Afortunadamente en España, de momento, y salvo alguna intentona golpista “patética”, que no merece la pena ni mencionar, nuestra salud democrática, es excelente y los “ruidos de sables”, hace ya mucho tiempo que dejaron de sonar, aunque siempre hay algún "loco", que echa de menos los gloriosos tiempos de una "Grande y Libre" (y cosas por el estilo).

   Y cuando ya estamos listos para depositar nuestro “papelito” en la urna, ¿qué criterio nos guía para que sea el de un partido u otro?

Puede que haya más, pero los expuestos a continuación, seguro que están en la mente del votante:

   a) El Voto Ideológico: El que dice: “Lo misma da que mi partido lo haya hecho horrible y esté lleno de corruptos, voy a seguir votándole siempre”, ¡pues olé tus huevos tío!

   b) El Voto Interesado: El que piensa: “Si gana el partido tal, han prometido que el subsidio de paro pasará de dos a tres años, así que a mí, como solo me queda un mes para seguir cobrando, me viene estupendo continuar haciéndolo otro año más, o casos parecidos...” (Esto es tan solo un ejemplo, que nadie se engañe).

   c) El Voto del Acojone: ¡Si ganan “esos”, el país se desarma! ¡Oiga, que en tiempos del “Cid Campeador”, ya decían lo mismo, y aquí seguimos! Cada uno es libre de creer lo que le venga en gana, o dejar que le metan el miedo en el cuerpo (a gusto del consumidor).

   d) El Voto de la Desesperación: Muchos (por desgracia), saben que con los de siempre, están en el paro (y son los de larga duración), el banco les ha embargado el piso, no tienen un “puto euro”, y sus hijos están pasando hambre, y se preguntan: ¿Nos puede ir peor con los que vengan? ¡Pues, a votarlos!

   e) El Voto de la Indiferencia: Que viene a ser el “No Voto”. ¡Porque estoy hasta los “cojones” de los políticos, al final siempre es lo mismo, todos quieren el poder y los ciudadanos les importamos una mierda! Son insoportables, con lo de ¡y tú más! Incapaces de ponerse de acuerdo, excepto para acordar sus sueldos, y amarrar sus pensiones para tener jubilaciones de lujo. Mejor quedarse en casa viendo un buen partido o disfrutando del capítulo de turno de la serie de moda.

   Y esto es lo que hay.

   ¡Una ración de urnas a la plancha, por favor!

   ¡Y qué usted lo vote bien!

Capítulo 15

Escuché por primera vez el calificativo de Pagafantas, viendo una divertida película del mismo título, dirigida por el cineasta vasco Borja Cobeaga. El film clasificado dentro del género de comedia romántica, desarrolla una trama en la que el protagonista (el Pagafantas de turno), hace todo lo posible para que la chica de la que está enamorado, le haga caso, esperando que al final, ella, no tenga más remedio que caer rendida a sus pies. El final, obviamente no lo contamos, por consideración a todos aquellos que no hayan visto la película, cuyo visionado recomendamos, para los que quieran pasar un rato divertido, sin más complicaciones.

   Volviendo al director antes aludido, declaraba en una entrevista que los Pagafantas venían a ser más o menos, los Calzonazos del Siglo XXI, y aprovechando esta comparación, nos referimos aquí a los auténticos Calzonazos, que habitan en nuestra sociedad actual, que son ni más ni menos, que aquellos que siempre, y dicho en sentido figurado, se bajan los pantalones, ante cualquier situación en la que se encuentren ligeramente presionados.

   Son esa clase de personas que han cedido los derechos de su voluntad, dejándola en manos de otros, para que sean estos los que tomen las decisiones por ellos, son ese tipo de individuos que siempre dicen SÍ a todo lo que les proponen, y eso no es lo malo, lo verdaderamente grave, es que muchas veces lo que quieren decir es No, pero no se atreven a hacerlo.

   Los Calzonazos viven sometidos a otras personas de carácter dominante, que les imponen sus ideas, deseos y caprichos, unas veces aparecen en forma de Suegra (o Suegro, para que nadie trate de machista al autor de este libro), otras es el Jefe en el trabajo, bastantes la Pareja de turno y en alguna ocasión, algún amigo con delirios de Fhürer.

   Quienes de forma permanente andan con los calzones bajados, nunca tienen el valor suficiente, para llegado el momento, plantarse, y decir ¡Basta!

   De paso, también pueden aprovechar para mandar de una puñetera vez a tomar viento, por decirlo educadamente, a tanto dictadorzuelo barato (en algunos casos, víctima en su propio hogar, de un cónyuge déspota) que pulula por el mundo, y que se esconde detrás de esa peculiar careta modelo Buen Rollito, que les permite pasar desapercibidos, confundidos en medio de la multitud.

Capítulo 16

Hoy en día, es muy habitual encontrarse con esa clase de personas, que de forma constante y cansina a veces, te dicen como tienes que ser, sin respetar para nada, como eres en realidad.

   Existen muchos individuos, por desgracia para aquellos que tengan que su-

frirlos con frecuencia, que siempre tienen el deberías en sus labios, para a continuación añadirle, ir, volver, hacer, pensar, etc.

   Resulta curioso comprobar los comportamientos de determinados individuos, con los que habitualmente hemos de convivir en esta moderna sociedad del siglo XXI, que siempre están más pendientes de los fallos de los demás, y sin embargo permanecen completamente ajenos a los suyos propios. Digamos, para definirlos de alguna manera, que son los sordos en el concierto de los errores, pues son incapaces de oír su propia melodía, en lo que a equivocaciones se refiere.

   Si alguien tiene la mala suerte de tropezarse con ellos, el mejor consejo, que desde aquí podemos ofrecer, es utilizar al igual que ellos, el deberías, para añadir después ir a hacer puñetas, si bien la indicada, es la versión más educada, también las hay mucho más rotundas según las necesidades de cada caso, aunque las obviaremos en este escrito para no romper la armonía del mismo con expresiones malsonantes, que sin duda alguna, ciertas personas se merecen escuchar, y de la forma más contundente posible.

  Lo que uno es, depende de uno mismo, y si debe o no de cambiar, es también uno mismo el que toma la decisión, no los demás.

   Si una persona decide libremente lo que quiere hacer, ya sea avanzar, dar la vuelta y volver a empezar, o quedarse en el mismo sitio donde se encuentra, nadie tiene que venir a decírselo, salvo que sea el propio interesado el que pida ayuda o consejo.

  Tampoco resulta inteligente quedarse como uno es, si hay determinados aspectos personales relacionados con el comportamiento, que se pueden mejorar, pero eso es una decisión que los seres humanos deben de tomar de forma libre, nunca impuesta.

   La mejor opción, es desde luego, convencernos a nosotros mismos, de dar siempre un paso adelante que nos aleje de esa lacra llamada ignorancia (que se pega como un chicle a la suela del zapato) y nos abra de par en par las puertas del conocimiento, paso previo a la sabiduría, que solo la vida y la experiencia de la propia existencia, pueden aportar a la raza humana, para salvarla en especial del temor a lo desconocido (ya lo dijo el gran Charlie Chaplin, “La vida es maravillosa si no se le tiene miedo”), y le permita disfrutar más y mejor de su paso por el planeta Tierra, que como ya es conocido por todos, no es demasiado largo como para andar perdiendo el tiempo en tonterías y otros asuntos intrascendentes.

   Pero al final, ¡siempre debe de ser uno el que decide, no otros!, sin dejarse manipular, mientras que las soluciones se buscan con gran insistencia, aunque en muchas ocasiones, no haya forma de encontrarlas (¡hay que procurar buscar bien!) a pesar de que lo intentemos, poniendo en ello la máxima dedicación y esfuerzo.

La mente crea los problemas, luego, depende en gran medida de nosotros, que los solucionemos o sigamos cebándolos como a los cerdos antes de la matanza, para que se críen gordos, fuertes y resistentes, y en consecuencia, sea mucho más complicado poder solucionarlos.

  ¡Qué fácil y estupenda sería la vida de las personas si no existieran los problemas!

   Puede que esto sea cierto, pero en verdad, es algo que se nos antoja como irreal. Los seres humanos, de una forma u otra siempre tenemos problemas que resolver, y siempre los seguiremos teniendo, ya que en muchas ocasiones (de forma estúpida) nosotros mismos los creamos, unas veces sin intención, fruto de nuestra propia torpeza, y otras con ella, al final, de una u otra forma nosotros mismos somos el problema.

   Hay problemas que no tienen solución, al menos de forma inmediata, quizá en el futuro puedan resolverse, pero no ahora, por lo tanto, lo mejor es en ese caso buscar el momento oportuno para solucionarlos.

   A los que desde luego, si hay que encontrarles solución, son a aquellos que la tienen de forma más o menos inmediata. Esos hay que tratar de solventarlos con la mayor diligencia posible, encararlos de frente y no dejar para mañana, lo que hay que hacer hoy, y mucho menos esperar a que sean otras personas las que tengan que buscar la forma de resolverlos, algo que sin duda, a nosotros nos corresponde.

   Es importante evitar la acumulación excesiva de problemas en el cajón de asuntos pendientes, pues si lo llenamos en demasía, no dejamos sitio para que entren en él, las soluciones que tanto necesitamos.

   Hay quienes de forma permanente, tratan de resolver los problemas de los demás, pero no son conscientes (y si lo son, se hacen los locos) de que muchas veces, lo que realmente están haciendo es invadir sin ningún tipo de miramientos la intimidad del prójimo, y lo mismo da que sus intenciones sean buenas, con eso no basta, hace falta tener el tacto suficiente para darse cuenta de ciertas sensaciones que no todos tienen la capacidad de percibir.

  Se da también el caso de que muchos solucionadores habituales de problemas (o aspirantes a resolverlos), no saben solucionar los suyos cuando se les presentan, y volvemos a aquello tan conocido de saber predicar con el ejemplo, para que no se den circunstancias tan incongruentes, como las del dermatólogo calvo (o que usa peluquín), que trata de venderte el último tratamiento contra la caída del cabello, el nutricionista obeso que te indica la dieta ideal para adelgazar, o el profesor de educación física que nunca hace deporte (ni tan siquiera se pone el chándal en la clase, aunque tan solo sea por cuestión de imagen) y les explica a sus alumnos lo bueno que es el ejercicio físico para la salud, por no hablar del médico que fuma delante de sus pacientes, mientras les advierte de lo dañino que para su salud es el tabaco, y así podríamos seguir hasta mañana....

   Fran Laviada

"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (V).

17 jun, 2022, No hay comentarios

El contenido publicado a continuación pertenece al libro titulado “El terrícola insatisfecho” que forma parta la Trilogía Terrícola publicada en Amazon. Iremos publicando diariamente los diversos capítulos (o partes) de todos los libros que componen la Trilogía para que los lectores que nos sigan los puedan leer de forma gratuita. Para aquellos que les guste el contenido de lo que publicamos y prefieran adquirir el libro para no tener que esperar a leerlo por capítulos (o partes)  pueden hacerlo en los siguientes enlaces:

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Video:

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Imágenes: Pixabay.

© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)

Capítulo 11

Los hay que nunca dan la cara. Siempre se esconden debajo de las faldas de un cobarde silencio. No hablan, nunca dicen nada, nunca se involucran ni toman partido. Siempre se quedan mudos. Les da igual que haga frío o calor, que se descubra vida en Marte o que un “tarado” pueda llegar a Presidente de los EE.UU. Siempre sin hablar, con los labios sellados por el miedo. Nunca hacen nada por los demás, y a veces en su patética cobardía, no tienen valor, ni para defenderse a ellos mismos.

   Los hay que solo hablan cuando les conviene para sus intereses personales.

Buscan la palabra si tienen algo que ganar y siempre que el viento sople a su favor. Hacen como el surfista buscando la ola buena (y eso es estupendo, siempre y cuando que no se intente continuamente, meter la cabeza del prójimo debajo del agua), lo demás no les importa (o les importa un “carajo”, que para el caso es lo mismo). Juegan siempre a caballo ganador, nunca pierden (son como la banca, y cuando se habla de banqueros, es fácil adivinar quién se lleva toda la ganancia). Especulan, intrigan y siempre se comportan con la suficiente sangre fría para esperar el momento oportuno, “su momento”, y no quedar nunca en evidencia.

   Los hay que siempre dicen lo que piensan. Cuando hablan miran directo a los ojos a la persona que tienen delante. Nunca agachan la cabeza ni se esconden. Se rebelan contra las ataduras con las que otros tratan de inmovilizarlos, no admiten imposiciones de nadie, ni se someten a una obligatoria ley del silencio, cuando algunos pretenden hacerles callar. Les importa “tres cojones” no ser políticamente correctos. A veces hablan más de la cuenta y se equivocan, pero siempre son libres para cometer sus propios errores, porque dicen lo que piensan, lo que sienten, o lo que les viene en gana cuando lo creen conveniente, y siempre asumen el riesgo de hacerlo. En el pecado llevan la penitencia, y cuando meten la pata, lo pagan sin quejarse, que sin duda es lo coherente, y más importante que tener la razón.

Capítulo 12

Hay personas que tienen un extraño concepto sobre lo que significa ayudar a los demás y cuando tratan de hacerlo, lo único que consiguen es inmiscuirse en la vida del prójimo, entrando de lleno en sus intimidades, entrometiéndose en cuestiones privadas y en definitiva, no respetando determinados espacios que nunca deben de ser profanados por nadie.

   También los hay que van por la vida presumiendo de “buenos samaritanos” tratando a sus semejantes como auténticas víctimas que necesitan ser rescatadas de las garras de la propia existencia, convirtiéndose en eternos “salvadores” de los demás, cuando la realidad, lo que nos dice, es que realmente de quien tienen que salvarse es de ellos mismos.

   Cuando alguien se cae al suelo, es muy humano ayudarlo a levantarse, pero dejemos que sea la persona damnificada, la que diga si necesita ayuda, o si puede y quiere levantarse sin necesidad de que nadie intervenga en la operación.

Es de agradecer en todo momento, el apoyo que otras personas te ofrecen, pero siempre hay que preguntar, porque hay que respetar en cualquier circunstancia la libertad del individuo para decidir si quiere ser ayudado o no, y hay que tener el tacto suficiente para darse cuenta de ello, unos lo tienen, y otros tienen una sensibilidad idéntica al mármol.

   Según la forma de ser de algunas personas, muchas veces no hay nada peor que ayudar a alguien que no lo pide, puede que no quiera que lo ayuden, que no lo necesite o simplemente que no le gusta deberle favores a nadie, ya que, si bien es cierto que hay muchísimas personas que ayudan a otras, sin esperar nada a cambio, hay quienes también te ofrecen un “auxilio desinteresado” que luego resulta que no lo es, y tarde o temprano aparece el “socorrista” de turno queriendo cobrar el favor prestado.

Capítulo 13

Es evidente que una gran parte de la publicidad (también conocida según el contenido del anuncio, como publimaldad) con la que nos bombardean a todas horas, desde los diversos medios de comunicación, contiene unas dosis elevadas de perversidad, ya que tiene como único objetivo, conseguir a cualquier precio, que el afán consumista del ciudadano se eleve al máximo, hasta alcanzar niveles de auténtica adicción, lo que no deja lugar a dudas, del efecto dañino que tanto anuncio le va a reportar al futuro consumidor.

  Las poderosas multinacionales de todos los sectores, se convierten en enormes y potentes cotorras que a toda costa nos quieren colocar su último invento, su producto milagroso o su maquinita de ultramoderna tecnología. Al final, en la mayoría de las ocasiones, el asunto es que, buscan que compremos cosas que no nos hacen falta para nada, pero ya se han encargado ellos con planificada astucia, de crearnos la necesidad, con sus presuntamente ingeniosas campañas y promociones, aunque algunas son verdaderamente patéticas, y el slogan impactante (sus ideólogos, así lo creen) de muchas, es de verdadera vergüenza, por mucho que algunos cerebritos con tres carreras y siete másters  se hayan (supuestamente) exprimido los sesos durante muchos meses, para dar con la frase mágica que a su empresa le sirva para embolsarse centenares de millones de euros, dólares o cualquier otro tipo moneda, ya que al final, el único objetivo que cuenta es hacer caja.

   Lo realmente grave de todo del asunto es que el ingenuo de turno, se va a gastar un dinero que no tiene (¡usted no se preocupe, pague en cómodos plazos, le ofrecemos financiación a su media!) y el resultado final, es el encadenamiento perpetuo a una deuda interminable que acompañará al pobrecito comprador hasta la tumba.

   ¡Y quédese tranquilo, si muere usted antes de liquidar el saldo pendiente, ya nos encargaremos de que lo hagan sus hijos!, aunque al paso que vamos, serán los nietos, los que tengan que finiquitar la deuda.

   Gracias a la publicidad disfrutamos hoy de muchas cosas por las que no hemos de pagar nada (eso, en teoría), pero también, gracias a la publicidad, tenemos que soportar día tras día mensajes absurdos, ridículos, cansinos y malintencionados que tienen como principal y único objetivo, crearnos necesidades que no tenemos. Estimular con las palabras adecuadas las adicciones a lo que sea, sobre todo de las personas más débiles (emocionalmente hablando), es una actividad que se le da muy bien, a cierto tipo de ejecutivos, considerados “triunfadores” en el porcino (con cierta frecuencia) mundo de los negocios.

   Evidentemente no toda la Publicidad es dañina, la hay verdaderamente ingeniosa, divertida, saludable y auténtica, creada por gente inteligente y sobre todo honrada.

Fran Laviada (Trilogía Terrícola)

"El humor me salva del abismo" (Capítulo LV).

16 jun, 2022, No hay comentarios
Leer y escuchar

"Futbolitos"

Fran Laviada

"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (IV).

16 jun, 2022, No hay comentarios

El contenido publicado a continuación pertenece al libro titulado “El terrícola insatisfecho” que forma parta la Trilogía Terrícola publicada en Amazon en el siguiente enlace:

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© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)


Capítulo 8

Resulta inevitable que en algún determinado momento (o en muchos según la persona en cuestión), la mentalidad egoísta del ser humano, le haga ser tan acaparador que el prójimo le importe un bledo (incluso, menos que eso), y su único objetivo sea tener cada vez más y más de todo y a costa de quien sea. Algunos incluso, consiguen acaparar tanto, que necesitarían ser gatos, para tener siete vidas y que les diera tiempo a gastar todo lo que tienen. Aunque también es cierto, que son bastantes los que teniendo demasiado, no saben disfrutar de ello, y se pasan la vida trabajando y privándose de muchos caprichos (cuando en realidad pueden permitírselos) para acabar siendo los más ricos del cementerio.

   Se ha dado el caso, de algunos que han muerto en la miseria teniendo debajo de su colchón grandes fajos de billetes (y que conste, que no es una leyenda urbana) que al final, no les han servido para nada, salvo para hacer más mullida la cama, y también, dada su tacañería, para no gastar el dinero comprando un buen colchón.

   Son muchos, los que conocen la forma de ganar dinero, pero son menos, los que tienen el conocimiento necesario para saber gastarlo y sobre todo para disfrutarlo, ya que son tan sumamente avaros, que les duele desprenderse tan solo de una de sus relucientes monedas (los hay, que incluso les dan brillo, para que reluzcan más todavía, y se quedan embobados mirándolas durante horas, como si fueran una valiosa colección de sellos) cuando la verdad es que poseen cientos de miles de ellas, pero a pesar de eso, tanto poderío monetario, no les servirá para librarse del destino final que les aguarda, ya que en eso son exactamente idénticos al más pobre de los seres humanos.

   Se da el caso curioso, de muchos “supermillonarios”, que nadan en un mar de oro, y según parece, no se han enterado, de que “esto se acaba”. Su poderío económico les permite tener de todo (coches, joyas, cuadros, putiferio de alto standing, mayordomo, chofer, caviar Beluga...), excepto, comprar tiempo.

   ¡Qué putada!

Capítulo 9

¡No quiero ser un muñeco manejado por los poderosos!, es la frase que decía el protagonista de la película El Padrino, Vito Corleone, magistralmente interpretado por uno de los más grandes actores de la historia del Séptimo Arte, Marlon Brando.

   Pues yo, la repito:

¡No quiero ser un muñeco manejado por los poderosos! (ni por nadie).

   Y añado:

No quiero que nadie me diga lo que tengo que hacer. Sobre todo cuando los que lo hacen, demuestran su incapacidad para resolver lo que en realidad les corresponde.

   ¿Cómo es posible tanta incoherencia?

No quiero que continuamente me den consejos. Cuando los necesite ya se los pediré a quien considere conveniente.

   No me gustan los que siempre te dicen por dónde has de caminar. Porque ellos, nunca van delante, ni siquiera se atreven a dar el primer paso.

   No admito imposiciones de ningún tipo. Y menos de los que luego son sumisos y permisivos con el poder establecido.

   No creo en la razón de la fuerza y sí, en la fuerza de la razón. La fuerza está siempre en la palabra y en el poder no impositivo del convencimiento.

   No tengo por qué inclinar la cabeza ante nadie, y tampoco decir amén a todo. Aquello de: ¡Sí Bwana! (que ya se ha mencionado anteriormente), vamos a dejarlo para las películas de aventuras en la selva, y en todo caso, eso, que lo diga Tarzán.

   No quiero caminar nunca de rodillas. Si hay que morir, que sea “siempre de pie”.

   No tengo por qué callar cuando tengo razón. Y cuando no la tengo tampoco, soy libre de expresar mis opiniones aunque me equivoque.

   Nadie puede obligarme a hacer lo que no quiero, o lo que vaya en contra de mis principios. El ser humano tiene derecho a nacer, vivir y morir libre, sin imposiciones de nadie.

  Nadie es más que nadie, se acabaron los privilegios de clase y de apellidos “rimbombantes”. En pleno Siglo XXI, las tradiciones feudales de “Señores y Vasallos” están ya muy desfasadas.

   No quiero ser muñeco, ni títere, ni marioneta...

   Solo yo manejo los hilos de mi vida, no otros.

Capítulo 10

Hace unas fechas estaba leyendo en un periódico, unas declaraciones efectuadas por el estupendo director cinematográfico (al menos, para mi gusto personal) Oliver Stone, y quiero que este texto, sirva para decir que me siento totalmente identificado con lo que dice, porque a mí, al igual que a él, hay determinados aspectos de esta sociedad que me producen como mínimo, ganas de vomitar.

   Decía Mr.Stone, que le repugnaba adónde habían llevado a su país, las inmobiliarias y los bancos, entre otros poderosos colectivos, que dominan la sociedad moderna, y esto podemos hacerlo extensivo no solo a EE.UU, también al resto del mundo, irremisiblemente influenciado por el país del dólar.

   Por lo que se puede comprobar, los norteamericanos lo mismo exportan avances de todo tipo con tecnología de última generación, que mandan basura (utilizando una denominación bastante benévola) para espolvorearla por todo el universo. Son el país más poderoso de la tierra (con permiso de los chinos), y el resto de la comunidad internacional a tragar, no queda más remedio que inclinarse ante el más fuerte, aunque siempre hay honrosas excepciones, que todavía mantienen intactos, tanto dignidad como orgullo, aunque, más que nada son posturas meramente testimoniales, ya que el pez grande es tan enorme (tamaño Ballena) y el pez chico es tan pequeño (tamaño Sardina), que el combate está siempre perdido de antemano para el segundo.

   Continuando con el creador de Salvador, El cielo y la tierra, Platoon, Nixon, Wall Street y otras excelentes películas, en las que el autor siempre se muestra crítico contra el sistema, y que siempre destaca por ser en todo momento un personaje políticamente incorrecto, incluye también en sus manifestaciones, que le daba asco ver el camino que había tomado su país, por culpa principalmente de las entidades bancarias, las compañías de seguros y los poderosos bufetes de abogados. Casualmente, los colectivos antes mencionados, siempre suelen estar en el ojo del huracán en casi todos los países. Suponemos, que como en toda colectividad, existirán las honrosas excepciones.

   Para finalizar, queremos realizar una aportación personal, a la lista de Oliver Stone, y por eso, añadiremos también a los políticos, a esa clase dirigente de nuestro suelo patrio, que en vista del mal ejemplo que frecuentemente dan a la ciudadanía, en forma de corrupción, desvío de fondos, prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, fraude, malversación de caudales, falsedad documental, blanqueo de dinero, delito electoral, nefasta gestión y continuas promesas incumplidas, hacen que la repugnancia sea total.

  Por supuesto, que de lo dicho anteriormente, excluimos a los honrados, que afortunadamente todavía existen, pero al igual que algunas especies animales, se encuentran, desgraciadamente, en peligro de extinción. Aunque habría que indicar, que solo con la honradez, no es suficiente, ya que si su pareja de baile es la ineptitud personificada, el dúo no nos vale para nada.

   Fran Laviada


"El humor me salva del abismo" (Capítulo LIV).

15 jun, 2022, No hay comentarios
Leer y escuchar

"Cumpleaños centenario"


"Mis libros" (Fran Laviada)

"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (III).

15 jun, 2022, No hay comentarios

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Capítulo 5

Cuando no entiendes nada, o casi nada de todo lo que rodea al mundo de la política en España, a uno no le queda más remedio que buscar respuestas, a la enorme cantidad de preguntas que día a día le van surgiendo, para tratar de comprender la realidad en la que vive, y aunque el futuro siempre es teórico, puesto que tan solo el presente existe de verdad (lo demás son milongas, cuentos chinos o mamonadas, a elegir) las dudas revolotean continuamente alrededor del cerebro, salvo en el de los que lo meten en el congelador de la nevera, y ahí se queda como una reliquia blanca en forma de diminuto, pétreo y níveo iceberg, que va transformando su apariencia hasta convertirse en un redondo bloque de hielo tamaño pelota de balonmano (excepto los “cabezones”, cuyo cerebro se asemeja al típico “balón de playa”, lo que de ningún modo quiere decir, que a mayor volumen de “tarro”, más inteligencia, ya que el tamaño, según para qué cosas, no siempre es determinante a la hora de valorarlo de forma positiva), y en estado vegetativo (quizá, no sea mala opción, eso de no pensar, por lo menos uno vive más tranquilo).

   Y si no es así, es inevitable, que las dudas nos asalten (¡al abordaje!, en plan pirata) de forma permanente, y muchos (ingenuos) nos preguntamos, si otra forma de gobernar es posible, si las ideologías cerradas e intransigentes, seguirán intentando “comernos la cabeza”, y si algún día se terminará ese teatro continuo en el que de forma insistente y cansina, te quieren vender siempre la misma obra, en la que los protagonistas son los “buenos y los malos” (sin sitio para los intermedios, ni para colores raros o raritos), y hay que decidir siempre al lado de quién estás.

   ¡Ya está bien de rojos y azules, de blancos y negros, de indios y vaqueros, de constitucionalistas y radicales, y de hostias en vinagre!

   Lo que queremos la gran mayoría de ciudadanos que estamos “asqueados”, de lo que vemos un día sí, y otro también (y no digo “todos”, porque hay quienes viven cojonudamente como croquetas rebozadas en el “pan rallado” de la estafa, la corrupción y los negocios fáciles y sucios), es saber, si algún día alguien podrá resolver nuestras dudas contestando a muchas preguntas que hasta el momento no tienen respuesta:

¿Nos quedaremos sin pensiones dentro de unos pocos años?

¿Alguien será capaz de poner freno a las ganancias ilimitadas de los bancos?

(Poco a poco se va consiguiendo,¡después de sangre, sudor y lágrimas!, demasiadas lágrimas, para que unos desalmados se hayan enriquecido a costa de los más vulnerables, ¡pero ojo!, no se puede bajar la guardia, todavía hay que seguir apretándoles el cinturón, e incluso el cuello, porque si los dejas, volverán a las andadas).

¿Seguirá aumentando en España el número de personas que no llegan a fin de mes?

¿Continuarán siendo los ricos, “más poderosos y egoístas”, y los pobres, “más desgraciados y hambrientos”?

¿Bajará alguna vez el paro por debajo de los tres  millones de desocupados?

(A veces lo hace, pero tarde o temprano vuelve al mismo sitio, es como las dietas alimenticias con efecto Yoyó, adelgazas y luego vuelves a recuperar el peso perdido, incluso, acabas con más kilos de los que tenías cuando comenzaste a ponerte a régimen, es decir, gastas el dinero para ser más gordo de los que eras. ¡Acojonante!).

¿Seguirán subiéndose el sueldo los políticos?

¿Y los presidentes de consejos de administración y altos cargos de empresas públicas?

Y hablando de lo “público”. ¿Cuándo desaparecerán de una puñetera vez, todos esos organismos, direcciones generales y otro tipo de entidades oficiales (un auténtico “chiringuito de la inutilidad”) que cuestan a todos los españoles (que no se olvide nunca, somos nosotros quienes lo pagamos) millones de euros y que no sirven absolutamente para nada, excepto para mantener a desocupados inútiles con una buena “recomendación”?

¡El que tiene padrino, se bautiza!, y eso en España se lleva a rajatabla.

¿Los que encabezan la lista de defraudadores de Hacienda, seguirán tranquilamente en la calle?, y además, dando lecciones de honradez y moralidad al pueblo cuando salen por televisión haciendo apología de su honestidad (¡vaya morro!).

¿Y los que en su momento fueron presuntos “honorables” y cobraron comisiones hasta por respirar, seguirán felices y seguros en su “zona de confort”?

¿Y los que tienen grandes sumas de dinero en paraísos fiscales y en enormes lavadoras lavadoras que lo blanquean, podrán seguir durmiendo a “pierna suelta”?

¿Desaparecerán los corruptos, o todavía nos llevaremos muchas más sorpresas? ¿Más todavía?

¿Y los que dan ejemplo de moralidad, cuando con sus hechos demuestran que son unos indecentes?, por no decir otra cosa, cuando tantos casos de “abuso de menores”, tienen la misma matrícula, ya que vienen de idéntico lugar.

Y muchas más dudas, cuya lista sería interminable.

¿Tendrá Rappel la respuesta?

¿Aramis Fuster?

¿La Bruja Lola?

¡Lola hija, mira ver si les pones una

“velas negras” a todos estos que están

dejando el país como un solar!

Capítulo 6

Decía Camilo José Cela en su obra Café de Artistas, que las croquetas de bacalao se pegan mucho a la nuez, y la frase sirve de comparación para referirnos a esa clase de pelmazos que se arriman tanto uno, que no lo dejan ni respirar y que continuamente te dan la paliza, pues no paran de hablar y hablar, y cuya actividad verbal parece interminable, sin que asome en ellos ningún síntoma de agotamiento o hastío. La única intención que tienen es que los escuches, sin pararse a pensar, que a ti te importa un bledo lo que están diciendo.

   Hay pues, que tomar las debidas precauciones para mantener lo más alejados que nos sea posible, a esa enorme cantidad de croquetas de bacalao que pululan alrededor nuestro, y que suponen una verdadera amenaza para nuestra integridad, ya que corremos el riesgo de que se atasquen nuestra garganta y acaben por asfixiarnos. Estos individuos tienen como único objetivo hacernos la vida mucho más aburrida e incluso insoportable de lo que a veces ya es sin incrementarla con añadidos extra, y mucho menos con croquetas, que se acumulen en nuestras vías respiratorias una detrás de otra, de la misma forma que vehículos en un embotellamiento de la siempre asfixiante operación retorno de las vacaciones de verano. Como si uno no tuviese suficiente con sus propias preocupaciones.

“El objetivo está claro: Hay que evitar

siempre que sea posible a todas

aquellas personas que nos hacen la vida

más anodina”.

Capítulo 7

Este personaje al que se hace referencia más adelante, no existe en la vida real, al menos con ese nombre, y que se sepa, no hay constancia de ello. Lo que sí es cierto es la forma de ser y actuar del tipo de persona que se menciona a continuación, y que se identifica por un determinado comportamiento en su vida social.

   El nombre de Adolfiniano Estalino (ideal desde luego para un Dictador, cada cual que busque la semejanza que le inspire el apelativo, aunque no hay que pensar demasiado) es uno de tantos con los que se podría haber bautizado a la clase de individuo indicado aquí, y si da la casualidad (mucha tenía que ser) que entre nuestros amigos lectores se encuentra alguien con el mismo nombre, le agradecemos que no se enfade con esta pequeña historia, ya que simplemente se trata de una inofensiva coincidencia, aunque existe la casi completa seguridad, insistimos en ello, que no hay nadie en el mundo que se llame así, sin embargo, es evidente, que hay muchos (demasiados), que tienen vocación de Dictadores, sin que por ello, se dediquen necesariamente a la política, aunque este lugar, es sin duda, un terreno especialmente propicio, para que los aprendices imitadores de Hitler o de Stalin (por poner un ejemplo, ya que la lista de Demonios con rostro humano, sería interminable), encuentren un terreno fértil, para dar rienda a suelta a sus delirios de grandeza, mezclados con las ansias de poder y la falta de respeto más absoluto por la vida humana. Aunque, el personaje de esta historia no llega a tanto, ya que aquí de lo que se trata, es más de un asunto de comportamiento social, en el que la sangre no llega al río.

   Nuestro particular Adolfiniano Estalino podría llamarse también, Liborio Empanado o Artemio Chancletas por poner algunos ejemplos más, y así podríamos seguir con una lista interminable de nombres y apellidos, pero creemos que el elegido, es el que mejor le encaja a su forma de ser y de actuar.

   Esperamos igualmente que los Liborios o Artemios de apellidos coincidentes con los indicados, no se sientan de ninguna manera ofendidos, aunque insistimos en las pocas probabilidades que existen (salvo inesperada sorpresa), de apellidarse Empanado o Chancletas (¡ja, ja, ja...!, ¡perdón, pero no he podido evitar la risa!).

   Efectuadas pues, las aclaraciones pertinentes, sigamos con el Adolfiniano Estalino de esta historia. Nuestro protagonista, para ir haciéndose una idea, es el típico personaje de esos que la gente cuando los conoce, dice que siempre quieren ser el niño en el bautizo, el novio en la boda, el guapo de la película e incluso exagerando un poco, el muerto en el entierro.

   La gente como A.E. (de ahora en adelante pondremos tan solo las iniciales, para abreviar, y al mismo tiempo para no nombrar en exceso al personaje, además de no darle excesiva importancia, ya que no se la merece), en todo momento quieren ejercer de maestros permanentes para las personas de su entorno, incluso para las que no forman parte del mismo.

   Individuos que se transforman con insistencia, en profesores de palabra fácil y oquedad intelectual manifiesta. Siempre predican un continuo y cansino adoctrinamiento, ya que su infalibilidad (ellos lo piensan así) al igual que la del Sumo Pontífice en Dogmas de Fe, es incuestionable.

   A.E. y los que son como él, pertenecen a esa clase de gente que te dicen lo que has de hacer, pero luego, vemos con infinita sorpresa, que hacen lo contrario de lo que predican, es más o menos eso de:

   ¡Haz lo que yo te digo pero no lo que yo hago! igual que ese padre que llega borracho a casa y le da un enorme sermón a su hijo quinceañero, advirtiéndole de los enormes peligros del alcohol.

¿Cómo es posible tanta incongruencia?, pues así es.

   Este tipo de individuos, pululan alrededor nuestro como una mosca revoloteando cerca de la miel. Siempre saben de todo, siempre estuvieron antes que tú en cualquier sitio y siempre quieren imponer sus ideas a los demás sin importarles el precio.

  Los A.E. de turno, fingen que te escuchan cuando hablas, pero solo para disimular cuáles son sus verdaderas intenciones, ya que al final su ego es tan enorme y los devora de tal forma, que en todo momento tiene que prevalecer su YO por encima de cualquier otra cosa, circunstancia o persona que opine diferente a ellos (y si no es así, se enfadan, ¡pues que les den!).

   Esta clase de personajes que amenazan nuestra vida diaria son fácilmente detectables, y hay un detalle que los identifica con absoluta claridad y los deja al descubierto, ya que son individuos que se crecen frente a las personas que ellos consideran inferiores, pero luego, vemos con enorme asombro que caminan de rodillas cuando conviven con gente que ellos creen superiores, e incluso se arrastran como cucarachas como si estuvieran totalmente poseídos por aquellos que tienen una elevada posición intelectual, económica o social, y de igual modo con los que son portadores de apellidos ilustres o conocidos, aunque su relevancia sea más propia del pasado, ya que en la actualidad no valen más que los Álvarez, Pérez o Rodríguez, por poner algunos ejemplos.

¡NO ME GUSTAN ABSOLUTAMENTE NADA LOS A.E.!

   He tenido por desgracia, que enfrentarme a alguno de ellos para impedir que pusieran su pie encima de mi cabeza, y jamás he dejado que anularan mi independencia, ni manejaran a su antojo mi vida. Otras personas sin embargo y lamentablemente para ellas, han tenido que sufrirlos y vivir continuamente con dicionados por sus caprichos, si bien es cierto, que hay quienes merecen padecer de vez en cuando, como si fuera una gripe o un simple resfriado, a un A.E. en su existencia, ya que no hacen nada para evitarlo, tan solo callar y tragar, y eso en absoluto son opciones válidas, hay que enfrentarse a ellos, sin miedo y con decisión, hasta eliminar de nuestra sociedad este tipo de comportamientos que tratan de controlar de forma autoritaria la vida de las personas.

   En muchas ocasiones, cuando se habla de Dictadores, solo nos acordamos de los dirigentes políticos de determinados países, con independencia del tipo de ideología que prediquen si es que en realidad tienen alguna, ya que generalmente quien encabeza una Dictadura, lo único que quiere es mandar e imponerse a los demás de cualquier forma (¡aquí se hace lo que digan mis cojones!), y cueste lo que cueste. Sin embargo, nos olvidamos de los A.E. que viven camuflados entre nosotros y que en cuanto pueden y ven el terreno abonado para actuar, ejercen como diminutos y patéticos dictadorzuelos de pacotilla, que entran con sigilo en nuestro entorno parapetados detrás de una bondadosa careta y disfrazados debajo de una inofensiva piel de cordero, con la única intención de ir poco a poco apoderándose de nuestra vida y acabar manejándonos a su capricho.

   Sé de sobra cómo son los A.E. siguen ahí, quizá poseo un sexto sentido para detectarlos, o puede que tan solo sea intuición, aunque lo que deseo fervientemente es no volver a encontrarlos ¡NUNCA MÁS! el resto de mi vida, ya que, ¡NO LOS SOPORTO!

   Un consejo: ¡A.E. si quieres dominar a alguien, cómprate una mascota!

   Fran Laviada

"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (II).

13 jun, 2022, No hay comentarios

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Capítulo 1

Al igual que por desgracia, un ciego no puede ver los colores, por mucho que alguien le hable detenidamente de ellos, hay también demasiados retrógrados, que no pueden apreciar como el mundo avanza, a pesar de la clara evidencia de ello. Algunos se han quedado tan exageradamente anclados en el pasado, tan sujetos a su particular “Edad de Piedra”, que son incapaces de dejar atrás determinadas tradiciones (¡eso es así, de toda la vida!), además de comporta mientos impresentables y una serie de actitudes más propias de una existencia que se ha perdido afortunadamente, en el más profundo y oscuro de los olvidos.

   Ejemplos hay muchos, pero como para muestra vale un botón, si la humanidad no fuera avanzando, todavía hoy, seguiríamos en este país, tirando cabras desde lo alto del campanario de algún pueblo semisalvaje, para seguir conservando tradiciones a las que se les podría decir de todo, menos bonitas y civilizadas.

   Estos individuos, que obviamente no han evolucionado, al menos en consonancia con los tiempos que estamos viviendo, tienen una mentalidad aparcada en hechos del pasado, a los que están irremisiblemente encadenados, como los antiguos condenados lo estaban a una pesada bola de hierro fundido, que arrastraban atada a uno de sus tobillos y así seguirán porque piensan que también su padre, su abuelo, su bisabuelo y de ahí hacia atrás, también lo hacían, y luego así nos luce el pelo. Pues eso, que Pedro Picapiedra y los suyos, ya no tiene sitio en el Siglo XXI, y tan solo se han quedado para ser los protagonistas de inocuas películas de dibujos animados.

Capítulo 2

Con un poco de inteligencia, solo un poco (incluso, a veces vale hasta con encefalograma plano), un mucho de cara (dura) y un nulo sentido del ridículo, se puede aspirar a todo en este bendito país. Hoy en día es fácil ver en cualquier cadena televisiva, programas infumables que elevan a los altares de la fama a auténticos ídolos de barro que a la velocidad de un cohete supersónico son encaramados en el olimpo de la gloria mediática, y que tristemente para ellos, con la misma velocidad se caerán del falso pedestal derrumbándose cual castillo de naipes. Y no sin razón, ya que estos famosos de castañuela y pandereta, no tienen mérito alguno para gozar del fervor popular, porque la mayoría de ellos no han hecho absolutamente nada para merecer reconocimiento de ningún tipo, salvo caer en gracia, porque ni graciosos son la mayoría de ellos, así es que, tan solo les queda contar sus miserias. Está claro, que en la sociedad del no esfuerzo, lo que se valora más, es la vulgaridad.

Capítulo 3

Hay personas que siempre están muy pendientes en la mesa, de ver quien mancha el mantel cuando derraman la sopa, y sin embargo, nunca se preocupan cuando un pelo de su cabeza se cae en el plato. La caradura de algunos, llega incluso a culpar a la cocinera o al camarero de turno, de haber depositado en el sabroso caldo, el inoportuno cabello nadador.

   ¡Pero tío, cómo tienes “tanta jeta”, si la cocinera lleva un gorro de plástico, y el pobre camarero es calvo! Hay quienes ven de lejos el grano en la cara del prójimo y nunca ven de cerca la espinilla (grande y asquerosa) que tienen en su propia cara.

Capítulo 4

Son muchos los que tratan disfrazar la historia con la túnica del engaño, y pretenden convertirla en algo parecido a un carnaval en el que la verdad acaba travestida, aunque siempre, la autenticidad de la Historia, termina despojándose de las ropas falsas con las que han pretendido vestirla.

Al final aparece tal y como es, se queda desnuda ante nuestros ojos, y como vulgarmente se diría, en cueros, es decir, en pelota picada. Ahí es cuando de verdad podemos ver sus vergüenzas, que en forma de engaños y mentiras, nos han querido vender los tramposos contadores de cosas, esos “charlatanes de feria”, que continuamente nos aburren con su discurso de la Edad de Piedra, tratando de convencernos de que antes vivíamos mejor, y que no dudan ni un instante, en transformar la realidad de los hechos, aunque estos hayan sido sobradamente probados; todo vale para enmascarar sus propósitos, mientras tratan de taparnos los ojos y crearnos un muy elaborado estado de confusión, que nos impida conocer con certeza, hechos vergonzosos que continuamente tratan de ocultar, los que por estas acciones, tienen tanta culpa como los verdaderos protagonistas que en otro tiempo cometieron todo tipo de crímenes y abusos contra la humanidad.

“Quienes disfrazan la Historia, probablemente es porque no tienen su conciencia muy tranquila, o también es posible que se avergüencen de lo que hicieron algunos de sus antepasados”.

Fran Laviada

"El humor me salva del abismo" (Capítulo LIII).

13 jun, 2022, No hay comentarios
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"CORRUP-TO"

"Mis libros" (Fran Laviada)

"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (I).

13 jun, 2022, No hay comentarios



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El comienzo

Soy un ser humano, uno más de tantos millones que habitan en el extraño Planeta Tierra, un lugar en el que sin duda, me siento a veces tan atrapado y falto de aire, que me pregunto si es posible vivir otra vida en cualquier otro planeta del Universo más o menos conocido, o incluso de otras Galaxias, de las que ni tan siquiera los científicos más prestigiosos tienen la certeza absoluta de su existencia. Mi nacionalidad no importa, pues me considero ciudadano del mundo, nada más y nada menos.

   Se podría decir que soy una especie de Terrícola Apátrida (una definición que encaja, eso creo, con mi forma de ver este viaje alucinante que es la vida humana) al menos espiritualmente hablando, además de INSATISFECHO, y esto lo pongo con letras mayúsculas, para dejar absoluta constancia de ello. Y no por eso me considero un individuo diferente (raro, quizá) a la gran mayoría de habitantes terrestres, ni mucho menos, pues estoy seguro que como yo, hay millones de personas que están hasta las mismísimas narices de ver como la existencia humana se ha convertido en algo que muchas veces, y por múltiples razones (muchas de ellas inexplicables para una mente normal) resulta ciertamente insoportable, y que por supuesto, es todo lo contrario a lo que debería de ser. Aunque de manera incesante (a veces, incluso agresiva) los autoproclamados predicadores de la verdad, esos falsos profetas de la nada, nos quieren vender algo irreal, a base de intentar colocarnos día tras día, como si todos fuéramos portadores de un hereditario retraso mental, discursos vacíos de contenido aprovechable, pero llenos de falsedad y tejidos con frases engañosas, que suenan muy bien al oído, pero construidas con palabras huecas, que en el fondo, tan solo tienen un significado que guarda relación directa con la mentira permanente, que tiene el embauque como único objetivo.

   No descubro nada nuevo con lo que digo, pero estoy seguro, que quienes lean el libro (les doy las gracias por ello), o al menos, algunos de ellos, sentirán lo mismo que yo de forma habitual, y que no es otra cosa, que una sensación de hartazgo unas veces, otras de asco, e incluso en casos más graves, de auténtica asfixia existencial que impide la respiración, sobremanera cuando el aire que te llega, es todo lo contrario a limpio, sano y vital, ya que en su continuo deambular por el ambiente, arrastra en la mayoría de las ocasiones, una corriente continua de mal olor que con facilidad se convierte en un creciente e incontrolado aroma fétido, para dar muchas veces paso a algo que huele de manera nauseabunda a más no poder, como si eso fuera la puerta de acceso a un gran estercolero en el que la basura del poder, el dinero, la política, la corrupción, el egoísmo, las guerras, y las ideologías más intransigentes y obsoletas (de uno y otro lado), entre otras muchas cosas, se juntan en un enorme globo de mierda, que cada día se va hinchando un poco más, y que tarde o temprano (más bien lo segundo), es muy probable, que llegue el momento, y sin remedio posible, acabe por reventar, con un enorme estallido de porquería, que salpique sin remedio a toda la humanidad, hasta que acabe enterrándola por completo a fuerza de insistir en ello, con el único afán de ensuciar cada vez más a todos los seres humanos, aunque algunos ya se han manchado bastante las manos (y otras partes de su cuerpo, como la conciencia, aunque sea invisible), y por propia voluntad, robando al prójimo sin ningún tipo de miramiento. También se puede dar el caso, de que no lleguemos ni a lo indicado con anterioridad, ya que quizá antes, el Planeta se vaya a tomar por el saco, con todo lo que los habitantes de la Tierra hacemos por destruir, la que es nuestra casa (¡da miedo pensar, más bien, pánico, lo que seríamos capaces de hacer si algún día llegamos a colonizar otros planetas de la Galaxia, qué se preparen todos sus habitantes!).

   ¡Si estamos pegando saltos continuos encima del sofá de nuestro salón, hasta reventarlo, se supone que con el del vecino acabaríamos a hachazos! Así que, una vez metidos en faena, dedicamos gran parte de nuestro tiempo a poner patas arriba todo lo que se encuentre a nuestro alcance (todo vale con tal de destruir) contaminando ríos, lagos y mares, destrozando tierras y envenenando cielos, entre otras múltiples guarradas, es decir, lo que viene siendo, dejar el planeta hecho una auténtica asquerosidad, empleando para ello toda una amplia y maléfica gama de sofisticados atentados ecologistas con los grandes capitales en primera línea (los más ricos, en todo momento, intentando ejercer el máximo control, que les permita llenar sus insaciables bolsillos, y al precio que sea) manejando todo el entramado financiero y empresarial del mundo, y que siempre están a la cabeza, como generales con mando en plaza, al frente de un poder destructor que nadie parece tener capacidad de parar, unos porque no quieren, otros porque no saben, y muchos, porque son unos cobardes, que prefieren andar de rodillas antes que vivir de pie, y miran para otro lado, no vaya a ser que el “amo” se enfade (¡Si Bwana!). Quizá todo lo que digo puede sonar a excesiva negatividad o demasiado pesimismo, al contrario, esto es la realidad, y lo fácil para no querer verlo, es simple, con taparse los ojos, es suficiente, cada cual puede seguir su existencia y todos tan tranquilos. Hay quien dice, que para cuatro días que vivimos no hay que preocuparse en exceso, hay que disfrutar y no complicarse la vida, y luego que te quiten lo bailado, es también una opción muy válida y respetable para los que piensan de esa manera. Después de todo, el mundo está en manos de unos cuantos que se reparten la tarta de la riqueza (y todos sabemos quiénes son y dónde están), y probablemente, algunos de ellos, y esto es lo más peligroso para la raza humana, es que son (o se supone) las cabezas pensantes, que rigen el destino de nuestro planeta, y en realidad, aún juzgándolos con excesiva benevolencia, manifiestan ser sin duda alguna, a tenor de lo que demuestran con sus actos lamentables e inmorales (eso como mínimo), unos individuos impresentables.

   El garbanzo negro siempre puede aparecer en el lugar más insospechado, y quién nos garantiza al resto de los mortales, que por esa rendija del mal (muchas veces indetectable para cualquier mortal, sobre todo para los ingenuos, y más aún, para los que van de listos), no se ha colado, un lobo exterminador, disfrazado con la piel de inocente corderito, que puede acabar con la Tierra cuando le salga de la entrepierna. En cualquier sitio, puede aparecer ese Tarado de turno, a la vez que heredero de una tiránica saga familiar (el clásico descendiente de padre, abuelo y hasta bisabuelo Dictador), que tenga acceso al botoncito rojo, y simplemente, le apetezca jugar con él, y como es tonto del culo a más no poder, un maldito día (para desgracia de todos nosotros), mientras enreda con su juguetito exterminador, deja en libertad a esa Súper Poderosa Bomba Atómica, paso previo al Holocausto Nuclear (puede que a algunos esto les suene a Ciencia Ficción, si al final es así, lo dejaremos como argumento para una película de Hollywood, de esas que tienen tantos efectos especiales, se meriendan los diálogos y a los actores también). Y puede hacerlo por accidente, algo que nada tendría de extraño si tenemos en cuenta la falta de riego cerebral que padecen muchos Tiranos Dictadores que ha padecido la humanidad a lo largo de los siglos. Y también, que el muy impresentable, lo haga tan solo por joder al mundo, aunque eso signifique su propio fin, algo que quizá no haya valorado dados sus escasos recursos intelectuales, o incluso, porque en sus delirios de grandeza se crea inmortal, ¡vaya usted a saber, lo que pasa por cierto tipo de mentes retorcidas a la vez que sádicas!

   Todo lo dicho, no es patrimonio exclusivo de Dictadores y Herederos, también se puede aplicar a políticos elegidos democráticamente (en teoría), aunque no hace falta dar nombres, todos sabemos cómo se llaman, y no merece la pena dedicarles ni una línea en este texto. Hay quienes pueden pensar, que hoy en día es imposible algo parecido a una Catástrofe Atómica, que tantas veces hemos visto en las películas. ¿Pero, alguien puede asegurar con absoluta rotundidad, que eso nunca puede llegar a suceder? ¿Acaso lo de Hiroshima y Nagasaki, no fue aviso suficiente, para comprobar hasta qué punto puede llegar la maldad del ser humano? Ya sé que los más intransigentes en estas cuestiones, tienen justificación para todo, y quieren hacernos creer, que a veces no hay más remedio que matar para evitar muertes, algo que desde el punto de vista práctico puede resultar muy eficaz, pero que moralmente es en realidad algo sórdido, repugnante y vomitivo, aunque se podrían añadir una amplia gama de adjetivos para calificar la crueldad de la acción.

   Si después de siglos y más siglos de guerras continuas, los humanos no hemos sido capaces de arreglar nuestros problemas, sin que haya sangre de por medio, es que somos unos alumnos de cero patatero, pues no hemos aprendido absolutamente nada.

   Para finalizar, quiero dejar claro que no pretendo ser (bajo ningún concepto) un portavoz de malas noticias, ni el Mensajero del Miedo, tampoco un visionario de esos que advierten de manera repetitiva sobre la destrucción de la creación, ni tan siquiera ese grano en el culo, que supone tener al lado a gente que lo ve todo negro (incluso, hasta en los días en los que luce un sol espléndido), nada de eso soy, tan solo quiero contar en este libro una serie de reflexiones, pensamientos, experiencias y aprendizajes de todo tipo, que dan lugar a un abanico de opiniones (que no tienen por qué ser acertadas, incluso a veces pueden parecer incoherentes, pero son mías y con total libertad las expongo), y que a modo de ensalada mixta de la existencia, voy mezclando, y cuya materia prima me viene de ese eficaz e instructivo proveedor que son los años vividos, que guían el camino de las personas a través de las huellas del tiempo, y con el añadido extra del jugo exprimido de la experiencia aportada por todos y cada uno de ellos, y que en mi caso, superan el medio siglo, ¡que ya es decir, y que no dejan lugar a ninguna clase de duda, de que uno se va haciendo mayor sin remedio, aunque ese es otro tema, que daría con toda probabilidad material suficiente para otro libro.

   Y mientras, aquí sigo ejerciendo de habitante del Planeta, sin morir de asco, algo que ante determinadas situaciones que a uno le toca vivir, creo que tiene un mérito enorme. Así pues me mantengo como Terrícola Residente, además de Apátrida como ya dije, he INSATISFECHO (como también dije, pero en voz alta).

   La conclusión final de todo, es la enseñanza clara y contundente, en el sentido de lo que la experiencia vital te va transmitiendo a lo largo del camino, y es que el recorrido nadie lo va a realizar por ti, tuyas son las piernas que te llevan a seguir adelante, teniendo la palabra avanzar grabada en la mente, y tuyo (y mucho más importante), es el cerebro que las dirige, que las anima a no desfallecer, a no parar, indicándoles siempre la dirección a seguir, que a veces no es la correcta pero ese ya es otro tema, puesto que nadie nace aprendido. Primero hay que haber caminado mucho para después evitar equivocarse, o al menos para cometer los menos errores posibles. La sabiduría no está al alcance de todos (incluso sería más apropiado decir que está al alcance de muy pocos) y llegar a ella requiere recorrer un trayecto muy largo, y aunque llegues a ser sabio (insisto, algo ¡harto difícil!), eso no te garantiza la posesión de la verdad absoluta, pero sí por lo menos, los millones y millones de pasos que des al cabo de tu existencia (excepto que pertenezcas a esa clase de individuos de desplazamiento lento, que son excesivamente vagos, y sobre todo, más adictos a la dañina inactividad que al siempre dinámico a la vez que saludable movimiento, y coleccionistas de tejido adiposo en su gran mayoría, con lo cual, la distancia recorrida menguará sensiblemente, es algo parecido a lo que ocurre cuando compras un envase de pescado congelado, una vez que la magia del calor hace desaparecer el hielo que lo envuelve, y que también se paga, ¡por supuesto!), te servirán para no quedar rezagado en la carrera de la vida, el esfuerzo habrá merecido la pena, lo peor es siempre, quedarse quieto. Si es así, nunca te equivocarás de camino, pero día tras día verás una y otra vez el mismo paisaje y eso puede resultar muy, pero que muy aburrido, incluso es algo que puede llegar a matarte. Que nadie desprecie pues al aburrimiento, ese asesino silencioso, que poco a poco le va robando a las personas, sin que se enteren (ahí está el peligro), sus ganas de hacer cosas, y las despoja de sus deseos y motivaciones para darle rienda suelta a la creatividad que todos los seres humanos llevamos en nuestro interior (en mayor o menor grado), que les quita la ilusión por conseguir nuevos objetivos y alcanzar estimulantes metas, hasta dejarlos por completo inertes (el conocido modelo estatua) y aparcados como coches obsoletos en el garaje de lo inservible, como un mueble de esos que abundan en casi todas las casas, y que solo vale para mostrarlo orgulloso a las visitas, aunque lo más habitual, es que su única misión sea la de servir de estorbo, además de superficie de aterrizaje para que el avión de la suciedad en forma de polvo, se pose sobre él.

   Y a todo lo dicho, hay que añadirle por supuesto (pues no puede faltar, ¡estaríamos completamente perdidos sin él!) el sentido del humor (no todo va a ser negativo y triste), que además de aliviarnos del coñazo que nos dan la mayoría de los políticos (y toda una variada gama de individuos sumamente soporíferos, funestos y agoreros, que por desgracia, abundan en la sociedad actual), sirve de aderezo imprescindible que toda buena ensalada existencial necesita para darle a la mezcla el equilibrio y buen sabor necesario para lograr que la filosofía del buen estado de ánimo y el optimismo, prevalezcan siempre por encima de la adversidad.

 "A fin de cuentas, todo es un chiste". (Charles Chaplin)

 Fran Laviada


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Imágenes: Pixabay.

© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)

NOTA DEL AUTOR

La Trilogía Terrícola está formada por una recopilación de artículos y otros textos de contenido diverso que el autor ha ido publicando en los últimos años (aunque en algunos casos, se ha ampliado y/o retocado el contenido, y también se ha añadido material inédito para completar la extensión de la mencionada Trilogía), en la Red Internet, en páginas web, blogs y en diversas plataformas relacionadas con medios de comunicación y otras de diverso contenido temático. Los textos se han adaptado en la medida de lo posible a la estructura del libro, y aunque todos los apartados (o pequeños capítulos) guardan cierta relación entre sí, ello no supone que cada texto sea continuación del anterior y de ahí que a lo largo de los tres libros se hayan publicado como apartados independientes. El autor cuenta su vida como Terrícola, escribe sobre sus experiencias en el planeta, expresa sus opiniones sobre el entorno que lo envuelve, lo que no le gusta y le genera una permanente insatisfacción vital, lo que tiene que hacer para seguir adelante en el complicado camino de la existencia, y la búsqueda permanente del positivo combustible existencial que le permita avanzar con moderado optimismo, pero sin vivir en un mundo irreal, que muchas veces actúa como mecanismo de salvación, aunque al final choca siempre frontalmente con la cruda realidad. Este es el primer título de la trilogía, al que le siguen: “Superviviente en un planeta llamado Tierra” y “El asfixiante globo terráqueo”.

“El buceador siempre lucha contra su insatisfacción vital, por eso no se conforma nunca con flotar manteniendo la cabeza en el exterior, y se atreve en cualquier momento a meterla debajo del agua, y explorar otros mundos diferentes a los convencionales, aunque también es consciente que corre el riesgo de ahogarse, pero siempre prefiere descubrir lo que hay en el fondo marino, que quedarse en la ya conocida y cansina quietud de la superficie”.

Fran Laviada

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