"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (I).



El contenido publicado a continuación pertenece al libro titulado “El terrícola insatisfecho” que forma parta la Trilogía Terrícola publicada en Amazon en el siguiente enlace:
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Imágenes: Pixabay.
© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)
El comienzo
Soy un ser humano, uno más de tantos millones que habitan en el extraño Planeta Tierra, un lugar en el que sin duda, me siento a veces tan atrapado y falto de aire, que me pregunto si es posible vivir otra vida en cualquier otro planeta del Universo más o menos conocido, o incluso de otras Galaxias, de las que ni tan siquiera los científicos más prestigiosos tienen la certeza absoluta de su existencia. Mi nacionalidad no importa, pues me considero ciudadano del mundo, nada más y nada menos.
Se podría decir que soy una especie de Terrícola Apátrida (una definición que encaja, eso creo, con mi forma de ver este viaje alucinante que es la vida humana) al menos espiritualmente hablando, además de INSATISFECHO, y esto lo pongo con letras mayúsculas, para dejar absoluta constancia de ello. Y no por eso me considero un individuo diferente (raro, quizá) a la gran mayoría de habitantes terrestres, ni mucho menos, pues estoy seguro que como yo, hay millones de personas que están hasta las mismísimas narices de ver como la existencia humana se ha convertido en algo que muchas veces, y por múltiples razones (muchas de ellas inexplicables para una mente normal) resulta ciertamente insoportable, y que por supuesto, es todo lo contrario a lo que debería de ser. Aunque de manera incesante (a veces, incluso agresiva) los autoproclamados predicadores de la verdad, esos falsos profetas de la nada, nos quieren vender algo irreal, a base de intentar colocarnos día tras día, como si todos fuéramos portadores de un hereditario retraso mental, discursos vacíos de contenido aprovechable, pero llenos de falsedad y tejidos con frases engañosas, que suenan muy bien al oído, pero construidas con palabras huecas, que en el fondo, tan solo tienen un significado que guarda relación directa con la mentira permanente, que tiene el embauque como único objetivo.
No descubro nada nuevo con lo que digo, pero estoy seguro, que quienes lean el libro (les doy las gracias por ello), o al menos, algunos de ellos, sentirán lo mismo que yo de forma habitual, y que no es otra cosa, que una sensación de hartazgo unas veces, otras de asco, e incluso en casos más graves, de auténtica asfixia existencial que impide la respiración, sobremanera cuando el aire que te llega, es todo lo contrario a limpio, sano y vital, ya que en su continuo deambular por el ambiente, arrastra en la mayoría de las ocasiones, una corriente continua de mal olor que con facilidad se convierte en un creciente e incontrolado aroma fétido, para dar muchas veces paso a algo que huele de manera nauseabunda a más no poder, como si eso fuera la puerta de acceso a un gran estercolero en el que la basura del poder, el dinero, la política, la corrupción, el egoísmo, las guerras, y las ideologías más intransigentes y obsoletas (de uno y otro lado), entre otras muchas cosas, se juntan en un enorme globo de mierda, que cada día se va hinchando un poco más, y que tarde o temprano (más bien lo segundo), es muy probable, que llegue el momento, y sin remedio posible, acabe por reventar, con un enorme estallido de porquería, que salpique sin remedio a toda la humanidad, hasta que acabe enterrándola por completo a fuerza de insistir en ello, con el único afán de ensuciar cada vez más a todos los seres humanos, aunque algunos ya se han manchado bastante las manos (y otras partes de su cuerpo, como la conciencia, aunque sea invisible), y por propia voluntad, robando al prójimo sin ningún tipo de miramiento. También se puede dar el caso, de que no lleguemos ni a lo indicado con anterioridad, ya que quizá antes, el Planeta se vaya a tomar por el saco, con todo lo que los habitantes de la Tierra hacemos por destruir, la que es nuestra casa (¡da miedo pensar, más bien, pánico, lo que seríamos capaces de hacer si algún día llegamos a colonizar otros planetas de la Galaxia, qué se preparen todos sus habitantes!).
¡Si estamos pegando saltos continuos encima del sofá de nuestro salón, hasta reventarlo, se supone que con el del vecino acabaríamos a hachazos! Así que, una vez metidos en faena, dedicamos gran parte de nuestro tiempo a poner patas arriba todo lo que se encuentre a nuestro alcance (todo vale con tal de destruir) contaminando ríos, lagos y mares, destrozando tierras y envenenando cielos, entre otras múltiples guarradas, es decir, lo que viene siendo, dejar el planeta hecho una auténtica asquerosidad, empleando para ello toda una amplia y maléfica gama de sofisticados atentados ecologistas con los grandes capitales en primera línea (los más ricos, en todo momento, intentando ejercer el máximo control, que les permita llenar sus insaciables bolsillos, y al precio que sea) manejando todo el entramado financiero y empresarial del mundo, y que siempre están a la cabeza, como generales con mando en plaza, al frente de un poder destructor que nadie parece tener capacidad de parar, unos porque no quieren, otros porque no saben, y muchos, porque son unos cobardes, que prefieren andar de rodillas antes que vivir de pie, y miran para otro lado, no vaya a ser que el “amo” se enfade (¡Si Bwana!). Quizá todo lo que digo puede sonar a excesiva negatividad o demasiado pesimismo, al contrario, esto es la realidad, y lo fácil para no querer verlo, es simple, con taparse los ojos, es suficiente, cada cual puede seguir su existencia y todos tan tranquilos. Hay quien dice, que para cuatro días que vivimos no hay que preocuparse en exceso, hay que disfrutar y no complicarse la vida, y luego que te quiten lo bailado, es también una opción muy válida y respetable para los que piensan de esa manera. Después de todo, el mundo está en manos de unos cuantos que se reparten la tarta de la riqueza (y todos sabemos quiénes son y dónde están), y probablemente, algunos de ellos, y esto es lo más peligroso para la raza humana, es que son (o se supone) las cabezas pensantes, que rigen el destino de nuestro planeta, y en realidad, aún juzgándolos con excesiva benevolencia, manifiestan ser sin duda alguna, a tenor de lo que demuestran con sus actos lamentables e inmorales (eso como mínimo), unos individuos impresentables.
El garbanzo negro siempre puede aparecer en el lugar más insospechado, y quién nos garantiza al resto de los mortales, que por esa rendija del mal (muchas veces indetectable para cualquier mortal, sobre todo para los ingenuos, y más aún, para los que van de listos), no se ha colado, un lobo exterminador, disfrazado con la piel de inocente corderito, que puede acabar con la Tierra cuando le salga de la entrepierna. En cualquier sitio, puede aparecer ese Tarado de turno, a la vez que heredero de una tiránica saga familiar (el clásico descendiente de padre, abuelo y hasta bisabuelo Dictador), que tenga acceso al botoncito rojo, y simplemente, le apetezca jugar con él, y como es tonto del culo a más no poder, un maldito día (para desgracia de todos nosotros), mientras enreda con su juguetito exterminador, deja en libertad a esa Súper Poderosa Bomba Atómica, paso previo al Holocausto Nuclear (puede que a algunos esto les suene a Ciencia Ficción, si al final es así, lo dejaremos como argumento para una película de Hollywood, de esas que tienen tantos efectos especiales, se meriendan los diálogos y a los actores también). Y puede hacerlo por accidente, algo que nada tendría de extraño si tenemos en cuenta la falta de riego cerebral que padecen muchos Tiranos Dictadores que ha padecido la humanidad a lo largo de los siglos. Y también, que el muy impresentable, lo haga tan solo por joder al mundo, aunque eso signifique su propio fin, algo que quizá no haya valorado dados sus escasos recursos intelectuales, o incluso, porque en sus delirios de grandeza se crea inmortal, ¡vaya usted a saber, lo que pasa por cierto tipo de mentes retorcidas a la vez que sádicas!
Todo lo dicho, no es patrimonio exclusivo de Dictadores y Herederos, también se puede aplicar a políticos elegidos democráticamente (en teoría), aunque no hace falta dar nombres, todos sabemos cómo se llaman, y no merece la pena dedicarles ni una línea en este texto. Hay quienes pueden pensar, que hoy en día es imposible algo parecido a una Catástrofe Atómica, que tantas veces hemos visto en las películas. ¿Pero, alguien puede asegurar con absoluta rotundidad, que eso nunca puede llegar a suceder? ¿Acaso lo de Hiroshima y Nagasaki, no fue aviso suficiente, para comprobar hasta qué punto puede llegar la maldad del ser humano? Ya sé que los más intransigentes en estas cuestiones, tienen justificación para todo, y quieren hacernos creer, que a veces no hay más remedio que matar para evitar muertes, algo que desde el punto de vista práctico puede resultar muy eficaz, pero que moralmente es en realidad algo sórdido, repugnante y vomitivo, aunque se podrían añadir una amplia gama de adjetivos para calificar la crueldad de la acción.
Si después de siglos y más siglos de guerras continuas, los humanos no hemos sido capaces de arreglar nuestros problemas, sin que haya sangre de por medio, es que somos unos alumnos de cero patatero, pues no hemos aprendido absolutamente nada.
Para finalizar, quiero dejar claro que no pretendo ser (bajo ningún concepto) un portavoz de malas noticias, ni el Mensajero del Miedo, tampoco un visionario de esos que advierten de manera repetitiva sobre la destrucción de la creación, ni tan siquiera ese grano en el culo, que supone tener al lado a gente que lo ve todo negro (incluso, hasta en los días en los que luce un sol espléndido), nada de eso soy, tan solo quiero contar en este libro una serie de reflexiones, pensamientos, experiencias y aprendizajes de todo tipo, que dan lugar a un abanico de opiniones (que no tienen por qué ser acertadas, incluso a veces pueden parecer incoherentes, pero son mías y con total libertad las expongo), y que a modo de ensalada mixta de la existencia, voy mezclando, y cuya materia prima me viene de ese eficaz e instructivo proveedor que son los años vividos, que guían el camino de las personas a través de las huellas del tiempo, y con el añadido extra del jugo exprimido de la experiencia aportada por todos y cada uno de ellos, y que en mi caso, superan el medio siglo, ¡que ya es decir, y que no dejan lugar a ninguna clase de duda, de que uno se va haciendo mayor sin remedio, aunque ese es otro tema, que daría con toda probabilidad material suficiente para otro libro.
Y mientras, aquí sigo ejerciendo de habitante del Planeta, sin morir de asco, algo que ante determinadas situaciones que a uno le toca vivir, creo que tiene un mérito enorme. Así pues me mantengo como Terrícola Residente, además de Apátrida como ya dije, he INSATISFECHO (como también dije, pero en voz alta).
La conclusión final de todo, es la enseñanza clara y contundente, en el sentido de lo que la experiencia vital te va transmitiendo a lo largo del camino, y es que el recorrido nadie lo va a realizar por ti, tuyas son las piernas que te llevan a seguir adelante, teniendo la palabra avanzar grabada en la mente, y tuyo (y mucho más importante), es el cerebro que las dirige, que las anima a no desfallecer, a no parar, indicándoles siempre la dirección a seguir, que a veces no es la correcta pero ese ya es otro tema, puesto que nadie nace aprendido. Primero hay que haber caminado mucho para después evitar equivocarse, o al menos para cometer los menos errores posibles. La sabiduría no está al alcance de todos (incluso sería más apropiado decir que está al alcance de muy pocos) y llegar a ella requiere recorrer un trayecto muy largo, y aunque llegues a ser sabio (insisto, algo ¡harto difícil!), eso no te garantiza la posesión de la verdad absoluta, pero sí por lo menos, los millones y millones de pasos que des al cabo de tu existencia (excepto que pertenezcas a esa clase de individuos de desplazamiento lento, que son excesivamente vagos, y sobre todo, más adictos a la dañina inactividad que al siempre dinámico a la vez que saludable movimiento, y coleccionistas de tejido adiposo en su gran mayoría, con lo cual, la distancia recorrida menguará sensiblemente, es algo parecido a lo que ocurre cuando compras un envase de pescado congelado, una vez que la magia del calor hace desaparecer el hielo que lo envuelve, y que también se paga, ¡por supuesto!), te servirán para no quedar rezagado en la carrera de la vida, el esfuerzo habrá merecido la pena, lo peor es siempre, quedarse quieto. Si es así, nunca te equivocarás de camino, pero día tras día verás una y otra vez el mismo paisaje y eso puede resultar muy, pero que muy aburrido, incluso es algo que puede llegar a matarte. Que nadie desprecie pues al aburrimiento, ese asesino silencioso, que poco a poco le va robando a las personas, sin que se enteren (ahí está el peligro), sus ganas de hacer cosas, y las despoja de sus deseos y motivaciones para darle rienda suelta a la creatividad que todos los seres humanos llevamos en nuestro interior (en mayor o menor grado), que les quita la ilusión por conseguir nuevos objetivos y alcanzar estimulantes metas, hasta dejarlos por completo inertes (el conocido modelo estatua) y aparcados como coches obsoletos en el garaje de lo inservible, como un mueble de esos que abundan en casi todas las casas, y que solo vale para mostrarlo orgulloso a las visitas, aunque lo más habitual, es que su única misión sea la de servir de estorbo, además de superficie de aterrizaje para que el avión de la suciedad en forma de polvo, se pose sobre él.
Y a todo lo dicho, hay que añadirle por supuesto (pues no puede faltar, ¡estaríamos completamente perdidos sin él!) el sentido del humor (no todo va a ser negativo y triste), que además de aliviarnos del coñazo que nos dan la mayoría de los políticos (y toda una variada gama de individuos sumamente soporíferos, funestos y agoreros, que por desgracia, abundan en la sociedad actual), sirve de aderezo imprescindible que toda buena ensalada existencial necesita para darle a la mezcla el equilibrio y buen sabor necesario para lograr que la filosofía del buen estado de ánimo y el optimismo, prevalezcan siempre por encima de la adversidad.
"A fin de cuentas, todo es un chiste". (Charles Chaplin)