"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (IV).
El contenido publicado a continuación pertenece al libro titulado “El terrícola insatisfecho” que forma parta la Trilogía Terrícola publicada en Amazon en el siguiente enlace:
Iremos publicando diariamente los diversos capítulos (o partes) de todos los libros que componen la Trilogía para que los lectores que nos sigan los puedan leer de forma gratuita. Para aquellos que les guste el contenido de lo que publicamos y prefieran adquirir el libro para no tener que esperar a leerlo por capítulos (o partes) pueden hacerlo en los siguientes enlaces:
https://amzn.to/3yHkUfd (Versión digital)
https://amzn.to/39XUqvG (Versión papel)
Imágenes: Pixabay.
© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)
Capítulo 8
Resulta inevitable que en algún determinado momento (o en muchos según la persona en cuestión), la mentalidad egoísta del ser humano, le haga ser tan acaparador que el prójimo le importe un bledo (incluso, menos que eso), y su único objetivo sea tener cada vez más y más de todo y a costa de quien sea. Algunos incluso, consiguen acaparar tanto, que necesitarían ser gatos, para tener siete vidas y que les diera tiempo a gastar todo lo que tienen. Aunque también es cierto, que son bastantes los que teniendo demasiado, no saben disfrutar de ello, y se pasan la vida trabajando y privándose de muchos caprichos (cuando en realidad pueden permitírselos) para acabar siendo los más ricos del cementerio.
Se ha dado el caso, de algunos que han muerto en la miseria teniendo debajo de su colchón grandes fajos de billetes (y que conste, que no es una leyenda urbana) que al final, no les han servido para nada, salvo para hacer más mullida la cama, y también, dada su tacañería, para no gastar el dinero comprando un buen colchón.
Son muchos, los que conocen la forma de ganar dinero, pero son menos, los que tienen el conocimiento necesario para saber gastarlo y sobre todo para disfrutarlo, ya que son tan sumamente avaros, que les duele desprenderse tan solo de una de sus relucientes monedas (los hay, que incluso les dan brillo, para que reluzcan más todavía, y se quedan embobados mirándolas durante horas, como si fueran una valiosa colección de sellos) cuando la verdad es que poseen cientos de miles de ellas, pero a pesar de eso, tanto poderío monetario, no les servirá para librarse del destino final que les aguarda, ya que en eso son exactamente idénticos al más pobre de los seres humanos.
Se da el caso curioso, de muchos “supermillonarios”, que nadan en un mar de oro, y según parece, no se han enterado, de que “esto se acaba”. Su poderío económico les permite tener de todo (coches, joyas, cuadros, putiferio de alto standing, mayordomo, chofer, caviar Beluga...), excepto, comprar tiempo.
¡Qué putada!
Capítulo 9
¡No quiero ser un muñeco manejado por los poderosos!, es la frase que decía el protagonista de la película El Padrino, Vito Corleone, magistralmente interpretado por uno de los más grandes actores de la historia del Séptimo Arte, Marlon Brando.
Pues yo, la repito:
¡No quiero ser un muñeco manejado por los poderosos! (ni por nadie).
Y añado:
No quiero que nadie me diga lo que tengo que hacer. Sobre todo cuando los que lo hacen, demuestran su incapacidad para resolver lo que en realidad les corresponde.
¿Cómo es posible tanta incoherencia?
No quiero que continuamente me den consejos. Cuando los necesite ya se los pediré a quien considere conveniente.
No me gustan los que siempre te dicen por dónde has de caminar. Porque ellos, nunca van delante, ni siquiera se atreven a dar el primer paso.
No admito imposiciones de ningún tipo. Y menos de los que luego son sumisos y permisivos con el poder establecido.
No creo en la razón de la fuerza y sí, en la fuerza de la razón. La fuerza está siempre en la palabra y en el poder no impositivo del convencimiento.
No tengo por qué inclinar la cabeza ante nadie, y tampoco decir amén a todo. Aquello de: ¡Sí Bwana! (que ya se ha mencionado anteriormente), vamos a dejarlo para las películas de aventuras en la selva, y en todo caso, eso, que lo diga Tarzán.
No quiero caminar nunca de rodillas. Si hay que morir, que sea “siempre de pie”.
No tengo por qué callar cuando tengo razón. Y cuando no la tengo tampoco, soy libre de expresar mis opiniones aunque me equivoque.
Nadie puede obligarme a hacer lo que no quiero, o lo que vaya en contra de mis principios. El ser humano tiene derecho a nacer, vivir y morir libre, sin imposiciones de nadie.
Nadie es más que nadie, se acabaron los privilegios de clase y de apellidos “rimbombantes”. En pleno Siglo XXI, las tradiciones feudales de “Señores y Vasallos” están ya muy desfasadas.
No quiero ser muñeco, ni títere, ni marioneta...
Solo yo manejo los hilos de mi vida, no otros.
Capítulo 10
Hace unas fechas estaba leyendo en un periódico, unas declaraciones efectuadas por el estupendo director cinematográfico (al menos, para mi gusto personal) Oliver Stone, y quiero que este texto, sirva para decir que me siento totalmente identificado con lo que dice, porque a mí, al igual que a él, hay determinados aspectos de esta sociedad que me producen como mínimo, ganas de vomitar.
Decía Mr.Stone, que le repugnaba adónde habían llevado a su país, las inmobiliarias y los bancos, entre otros poderosos colectivos, que dominan la sociedad moderna, y esto podemos hacerlo extensivo no solo a EE.UU, también al resto del mundo, irremisiblemente influenciado por el país del dólar.
Por lo que se puede comprobar, los norteamericanos lo mismo exportan avances de todo tipo con tecnología de última generación, que mandan basura (utilizando una denominación bastante benévola) para espolvorearla por todo el universo. Son el país más poderoso de la tierra (con permiso de los chinos), y el resto de la comunidad internacional a tragar, no queda más remedio que inclinarse ante el más fuerte, aunque siempre hay honrosas excepciones, que todavía mantienen intactos, tanto dignidad como orgullo, aunque, más que nada son posturas meramente testimoniales, ya que el pez grande es tan enorme (tamaño Ballena) y el pez chico es tan pequeño (tamaño Sardina), que el combate está siempre perdido de antemano para el segundo.
Continuando con el creador de Salvador, El cielo y la tierra, Platoon, Nixon, Wall Street y otras excelentes películas, en las que el autor siempre se muestra crítico contra el sistema, y que siempre destaca por ser en todo momento un personaje políticamente incorrecto, incluye también en sus manifestaciones, que le daba asco ver el camino que había tomado su país, por culpa principalmente de las entidades bancarias, las compañías de seguros y los poderosos bufetes de abogados. Casualmente, los colectivos antes mencionados, siempre suelen estar en el ojo del huracán en casi todos los países. Suponemos, que como en toda colectividad, existirán las honrosas excepciones.
Para finalizar, queremos realizar una aportación personal, a la lista de Oliver Stone, y por eso, añadiremos también a los políticos, a esa clase dirigente de nuestro suelo patrio, que en vista del mal ejemplo que frecuentemente dan a la ciudadanía, en forma de corrupción, desvío de fondos, prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, fraude, malversación de caudales, falsedad documental, blanqueo de dinero, delito electoral, nefasta gestión y continuas promesas incumplidas, hacen que la repugnancia sea total.
Por supuesto, que de lo dicho anteriormente, excluimos a los honrados, que afortunadamente todavía existen, pero al igual que algunas especies animales, se encuentran, desgraciadamente, en peligro de extinción. Aunque habría que indicar, que solo con la honradez, no es suficiente, ya que si su pareja de baile es la ineptitud personificada, el dúo no nos vale para nada.
Fran Laviada