"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (y IX).




El contenido publicado a continuación pertenece al libro titulado “El terrícola insatisfecho” que forma parta la Trilogía Terrícola publicada en Amazon en el siguiente enlace:
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Imágenes: Pixabay.
© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)
Capítulo 30
La vida es una “vieja bruja” que maneja tus sentimientos a su antojo y por esa forma caprichosa de actuar te lo puede dar todo, o dejarte sin lo que más quieres, incluso en “pelota” (siendo más dañina, la desnudez emocional, que la material).
La existencia es cruel para algunos, pero es una grave equivocación tratar de olvidarse de ella, perdiéndose en un mundo falso que te haga vivir ilusiones irreales. Lo ideal, es crear un universo paralelo propio, pero siempre con los pies en la tierra y no en la luna, aunque en ese espacio ideal, ¡tan solo tú!, puedes establecer las reglas del juego.
La vida es demasiado importante y a la vez demasiado corta (quizá haya que pensar como consuelo, en la prórroga de la reencarnación, y aunque los budistas lo tienen claro, hay muchas dudas al respecto), para desaprovechar el tiempo (algo parecido a tirar comida, aunque tan solo sea un trozo de pan, sin duda un pecado, en un mundo en el que todavía hay millones personas pasando hambre e incluso muriendo por falta de alimento).
Ya lo dice el refrán, con su demostrada sabiduría, que no se debe de dejar para mañana, lo que se pueda hacer hoy. Quizá mañana no llegue nunca, por eso lo más práctico es vivir el día a día, y exprimirlo al máximo, y al final lo que hayamos disfrutado es algo que ya nadie nos podrá quitar nunca.
Capítulo 31
Todos tenemos en el interior de nuestra mente, un territorio privado, en el que hay un único dueño, nosotros mismos, y ese es un espacio sagrado, que no lo puede invadir absolutamente nadie, ya que de no ser así, jamás disfrutaremos de la verdadera libertad, esa que el ser humano tiene derecho a saborear desde que nace y que desgraciadamente no está al alcance de todos, pues son muchos los que por diversas razones se ven privados de ella, influyendo en ello la actitud dictatorial y opresora de otros.
Capítulo 32
Siempre es posible vivir de lo que uno sueña (eso sí, con mucho esfuerzo, y también suerte, aunque a veces ni con eso), el problema es que existe un sector de sobra conocido (y padecido) al que pertenecen los llamados “inmovilistas, tradicionales y arcaicos” (aunque se les podría adjudicar una larga lista de calificativos, y por supuesto, ninguno bueno), de siempre (esos que hacen lo posible por ralentizar el desarrollo del progreso), que quieren tener controlado en todo momento al personal con el socorrido método de meter miedo, y decirle continuamente que NO (que eso NO se puede, que eso NO se hace, que eso NO se toca, que eso NO se dice...), algo que se combate haciendo oídos sordos a los bien llamados “carcas” (mercenarios del temor, predicadores de la intransigencia, nostálgicos de un pasado paleolítico...), pasando por debajo del sobaco (e incluso, por otras partes blandas de la anatomía humana) las advertencias sobre el supuesto peligro, que supone no ser en estos tiempos, un individuo “políticamente correcto”. ¡Lo que hace falta en este país, es mano dura, y se acababan las tonterías...!
¡Para cagarse...!
Al final, siempre salen adelante y consiguen lo que se proponen, aquellos que tienen claro lo que quieren, que hacen lo que les gusta poniendo en ello, toda su pasión y entusiasmo, y eso les hace inmunes a cualquier clase de veneno que les quieran inocular para quitarles sus sueños, y convertirlos en indefensas y disciplinadas marionetas humanas sin alma, y desprovistas de toda su autoestima y dignidad.
Capítulo 33
Cualquier persona te puede enseñar una buena receta para preparar un delicioso plato, pero para aprender a cocinar, nadie mejor que un Chef, ya que resulta evidente, que no es lo mismo freír un huevo (y hasta para eso, se necesita pericia) que hacer una paella.
En la vida sucede lo mismo, siempre se puede aprender algo de cualquier ser humano, aunque, para no perder el tiempo, es mejor ir en línea recta que dando rodeos, por eso lo práctico, es acudir a los especialistas de cada materia, que los hay y muy buenos, aunque no todos están acertados a la hora de evaluar sus conocimientos, y algunos tienen cierta tendencia a sobrevalorarse, así qué, la dificultad muchas veces, consiste en descubrir quiénes son, ya que vivimos en un país, en el que son demasiados, los que pretenden aparentar lo que no saben, aunque presuman continuamente de ello.
¡España es así! ¡Y olé...!
Como experiencia personal, y si sirve de ayuda para los lectores, por norma general, el que de verdad sabe, de lo que sea, casi nunca hace ostentación de su sabiduría, y como ejemplo, me quiero referir a algo tan simple como hacer comentarios durante la retransmisión de un partido de fútbol. Casi siempre los que menos hablan (tan solo haciendo valoraciones puntuales, precisas y acertadas), son entrenadores de prestigio a los que se les invita en un momento dado, a comentar el partido televisado, sin embargo, los que más le dan a la lengua (muchas veces haciendo una exhibición manifiesta de sus “presuntos” profundos conocimientos en la materia, y con una palabrería que como mínimo empalaga, y que sacaría los colores a cualquiera de los televidentes que tenga un mínimo de sentido del ridículo, son los que menos historial práctico poseen (lo que viene siendo simplemente, “sentarse en un banquillo” aunque sea dirigiendo un equipo de minibenjamines), que es lo que de verdad podrían aportar para refrendar lo que saben. Pero bueno, es lo que hay, la solución como en otras muchas cosas, siempre está en la mano de uno mismo, y en este caso con poner a cero el volumen del televisor, problema solucionado, aunque para otros asuntos los remedios no son tan fáciles, y como para muestra vale un botón, que se lo pregunten a los sufridos ciudadanos que tienen cada día que pelear con las entidades bancarias (sin duda alguna, auténticas aves de rapiña), para que les devuelvan todo los que le han cobrado de más, en su amplio y variado catálogo de productos trampa (elaborados por mentes retorcidas, para exprimir hasta los tuétanos al desgraciado de turno) del tipo: “acciones preferentes, cláusulas suelo o préstamos variopintos”, por poner algunos ejemplos vergonzosos, que harían palidecer al mismísimo Satanás, y no sigo, porque me caliento... ¡y ya me estoy poniendo un poco rojo…!
Capítulo 34
En muchas ocasiones (demasiadas) a lo largo de nuestra vida, estamos deseando oír a otras personas, tan solo, para recibir de ellas un halago (algo evidentemente agradable de escuchar y muy positivo para nuestra autoestima, pero que si es excesivo, al final, siempre debilita, por lo tanto, no está demás tenerlo en cuenta) sobre nuestra imagen personal, del tipo, ¡qué buen aspecto tienes, o ¡qué delgado estás! (aunque ambos sean mentira, porque estás demacrado por el estrés laboral al que te somete un tiránico jefe, que te exprime como a un limón, pero que sin embargo a la hora de pagarte, ya no se muestra tan exigente, y gordo, por las comilonas habituales, que te metes entre pecho y espalda, ¡a ver ese colesterol!).
En el caso que nos ocupa vamos a suponer, que las lisonjas recibidas sean ciertas, sin embargo, cuando alguien nos lo dice, no sabemos muy bien cómo reaccionar, incluso no produce cierta vergüenza lo que nos entra por el oído, y tendemos a minimizarlo, o incluso, casi a disculparnos por lo que nos han dicho (casi siempre, una falsa modestia, mal disimulada), y es que a los seres humanos siempre nos cuesta mantener el equilibrio, o estamos en Pinto o en Valdemoro.
Los terrícolas somos así de raros, no todos, por supuesto, aunque muchas veces, la rareza, es lo que de verdad nos distingue de la vulgaridad, esa de:
¿Dónde vas Vicente? ¡Donde va la gente!
Cuando queremos estar solos, nos molesta cualquier tipo de compañía, y cuando en determinados momentos y circunstancias, nos vendría muy bien estar acompañados, nos encontramos completamente solos, incluso los que tienen perro, que harto de los caprichos de su amo, se ha ido por su cuenta y riesgo a dar una vuelta por el parque, porque el chucho, también tiene necesidad de sus momentos de soledad.
¡Así son las cosas, y mientras, la vida pasa, es lo que hay!
“Es mejor ser un humano insatisfecho que un cerdo satisfecho”
(John Stuart Mill)
“Los humanos debemos el progreso a los insatisfechos”
(Aldous Huxley)
“El deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse. El amor en cambio, es un eterno insatisfecho”
(José Ortega y Gasset)
FIN de la primera parte de la Trilogía.
¡Si te gustó lo que has leído, te animamos a leer la segunda parte!
“Superviviente en un planeta llamado Tierra”